miércoles, enero 31, 2007

Venganzas freakies: de "El Valle de los Lobos" a "International Gorillay"


Conocida carátula del film "El Valle de los Lobos", con el rostro del protagonista. El film fue rodado a partir de una popular serie televisiva turca, que narra las peripecias del agente secreto Polat Alemdar.












Hace ya unos cuantos meses, mi profesora de turco cumplió amablemente con el encargo que le hice y me compró en Estambul el DVD del film “El Valle de los Lobos” (“Kurtlar Vadisi: Irak”) dirigida por Serdar Akar y Sadullah Sentürk, con guión de Bahadir Ozdener y estrenada en 2005. La obra, recordarán, levantó una importante polémica. Resultaba ser la película más cara de la historia del cine turco, batió records de taquilla en el propio país y entre los emigrantes de esa nacionalidad, especialmente en Alemania. El argumento partía de un acontecimiento real: el arresto, por tropas norteamericanas, de un grupo de once combatientes de las fuerzas especiales turcas presentes en el norte de Irak, en Sulaymaniye. El incidente, que tuvo lugar el 4 de julio de 2003, fue denominado “Bags Incident”, porque a fin de ocultar la identidad de los militares turcos, sus captores norteamericanos les cubrieron las cabezas con sendas fundas de almohada.

Sinopsis: Polat Alemdar (interpertado por el actor Necati Şaşmaz), un oficial del servicio de intleigencia turco (MIT), al mando de dos de sus hombres, entra en Irak con el propósito de vengar el honor militar de su país. Lo hace en respuesta a la carta póstuma de un amigo, un teniente del Ejército turco implicado en el incidente de Suleymaniye, que se suicida ante la vergüenza sufrida. Polat Alemdar y sus hombres pretenden humillar al siniestro jefe local de la CIA (San Marshall, interpretado por
Billy Zane) y a sus mercenarios. Para ello minan con explosivo plástico un lujoso hotel de Mosul y toman como rehén al agente americano, al que planean hacer salir con la cabeza tapada por una de las fundas de almohada que se utilizaron con los turcos meses atrás. Pero Polat Alemdar minusvalora la astucia y el cinismo del americano y la situación se complica. Afortunadamente para el turco y sus hombres, serán ayudados por Leyla (Bergüzar Korel), una joven que enviudó el mismo día de su boda, cuando los hombres de Marshall irrumpieron en la fiesta en busca de “terroristas”, causando una carnicería.















Secuencia del film turco: ataque suicida con bomba en el norte de Irak. "El Valle de los Lobos" utiliza numerosos y espectaculares efectos especiales, a la manera de los films de acción de Hollywood


A partir de ahí, el film se mete en los característicos meandros del cine de acción hasta el previsible desenlace final. Por el camino, el guionista carga en el argumento todos los fantasmas del nacionalismo turco referidos al conflicto iraquí: los kurdos son unos felones de los americanos, con el único objetivo de crear un estado propio, limpiando de paso su zona de árabes y turcomanos. Esta situación juega un importante papel en el film, con abundantes alusiones a la crueldad de los kurdos, el triste destino de los turcomanos y las supuestas buenas relaciones históricas que, al fin y al cabo, mantienen turcos y árabes. Según el film, los turcomanos poseen una destacada influencia en el norte de Irak (no en vano la provincia de Mosul es una reinvidicación histórica del nacionalismo turco) y un buen símbolo de ello es la figura del jeque Abdurrahman Halis Kerkuki (un impresionante Ghassan Massoud) que resulta ser un derviche con enorme autoridad moral (hasta el jefe miliciano kurdo lo respeta) y que el guionista utiliza además para aleccionar sobre el lado más pacífico y humanista del islam. Por lo demás, hay también kurdos "amigos": uno de los hombres del comando de Polat Alemdar lo es, y pelea como un bravo hasta el final, liquidando a sus compatriotas "iraquíes" sin ningún miramiento.

Pero lo que causó una gran escandalera en Occidente fue el trato que el film le reservaba a los norteamericanos. Como se puede leer muy acertadamente en
un blog que reseña la película, el guionista parece haber tenido carta blanca para incluir cualquier barbaridad. Sam Marshall (vaya nombre) el jefe americano (se supone que de la CIA) es un malvado al que no se le ahorran ruindades: desalmado, cruel, sádico, traidor y en línea general, un tipo repugnante. En un momento determinado del film, sus plegarias y meditaciones metafísicas en off nos lo presentan como algo parecido a un fundamentalista católico, o al menos eso parece indicar el imponente Cristo al que reza. Sus mercenarios -el guionista insiste en que Sam y los suyos no son soldados, como los turcos- exhiben estampa macarra: músculación de culturista resaltada por camisetas de tirantes, cadenitas, peinados tribal y parafernalia segurata. Son meras máquinas de matar, y su jefe -el lugarteniente de Marshall-, un sádico insensible que no duda en liquidar sobre la marcha a un oficial norteamericano. Pero quien se lleva la palma es un médico que en la siniestra prisión de Abu Ghraib extirpa órganos de los detenidos para enviarlos a Tel Aviv, Londres y Nueva York; o al menos, así rezan las direcciones de las cajitas en las que congela y empaqueta riñones y todo tipo de vísceras. En realidad, el guión casi da a entender que las detenciones arbitrarias que lleva a cabo Sam Marshall tienen como objeto proveerle de vísceras frescas. El doctor luce una expresión desencajada y un look capilar que recuerdan al desalmado profesor judío de "Metrópolis". Pero es que además, el médico de Abu Ghraib es también judío en el film, y eso elevó varios grados la ebullición de la indignada crítica occidental.


Sam Marshall (Billy Zane) en un momento del film.










Por lo demás, "El Valle de los Lobos" añade algunos toques documentales sobre las atrocidades perpetradas por los ocupantes y el infierno en el que se ha convertido el país: dramatización de las torturas en Abu Ghraib (incluyendo una émula de Lyndie England, limpieza étnica, ataques injustificados contra objetivos civiles, terrorismo islamista. Desde luego, el guión queda bien sobrecargado con todo tipo de denuncias, ataques, símbolos, exorcismos, amarguras e indignaciones varias. El planteamiento narrativo no ayuda a soportar tal cantidad de quincalla argumental, pero es que además tiene problemas de ritmo narrativo, sobre todo en la primera media hora de metraje, cuando el espectador se puede hacer un cierto lío con las idas y venidas inesperadas entre agentes turcos, celebrantes de la boda y autoridades locales.










Torturas en la prisión de Abu Ghraib, dramatizadas en "El Valle de los Lobos" a partir de las conocidas fotografías que escandalizaron a la opinión pública mundial


Con todo, lo que hace del film un serie B de pura raza (a pesar del crecido presupuesto que se llevó el rodaje) es la ingenuidad con la que fue concebido. Algunas explicitaciones son infantiles y desde luego, el personaje del médico judío es innecesario. Tampoco sirve la excusa de que "El Valle de los Lobos" es una copia simétrica de los films de Rambo, James Bond o el Equipo A, porque el cine norteamericano de superhéroes siempre aporta un poso irónico y de autocrítica (a veces muy evidente, como es el caso de una parte de los films de Stallone, concluyendo en "Rocky Balboa"). Y el film turco está planteado con una pétrea seriedad cosa que, precisamente, lo hace más irreal. Resulta significativo que uno de los actores que se mueve con mayor naturalidad sea precisamente Billy Zane, al que se le ve muy cómodo en su papel de malo integral; tanto que veces deja escapar alguna sonrisa, un gesto, ese tipo de detalles que, paradójicamente, ayudan a tomarse más en serio la obra.
















Los mercenarios de Sam Marshall en acción

Es evidente que "El Valle de los Lobos" es un film de tono nacionalista pensado para consumo interior. Pero resulta más discutible que le haga un favor a las fuerzas armadas. Posiblemente, un militar inteligente actuando como director, hubiera hecho una película más creíble e interesante sobre el “Bags Incident”. Y sobre todo, más europea. Porque conforme el film va discurriendo, se tiñe con un orientalismo de pandereta que concluye en un final digno de título Bollywood, con Leyla en sus mejores galas, muriendo en brazos de Polat Alemdar, mientras amanece sobre el nuevo Irak libre de tipos como Sam Marshall, felizmente atravesado éste por la curva daga de la venganza. Los elegantes trajes descorbatados de los protagonistas turcos, la parafernalia de melenas o patillas, terminan de dar un look “kıro” que tampoco ayuda mucho en evitar que el film envejezca estéticamente. Pero en fin, hemos de entender que si un día existió en España un "Curro Jiménez" que arrasó en las pantallas con sus hazañas contra los gabachos, se le pueden perdonar ciertos excesos estéticos a "El Valle de los Lobos".



Poster del film paquistaní "International Guerrillas": una rareza, incluso en internet










A riesgo de incurrir en las iras de algún lector turco, la película me ha traído a la memoria uno de los títulos estrella de la filmografía paquistaní: "International Guerrillas", que el lector curioso también puede buscar en internet por su transliteración fonética: "International Gorillay". Recuerdo haber leído un amplio reportaje firmado por un tal Enrico Ragazzoni, junto con algunas fotografías hoy imposibles de encontrar en un diario ya extinto: "El Observador", domingo 27 de enero de 1991. Dirigida por Jan Mohammad, el film se estrenó en 1990 y tuvo un resonante éxito en Pakistán, sobre todo en los feudos fundamentalistas de Peshawar y Quetta: enormes recaudaciones y 19 semanas en taquilla. Dos horas y cuarto de metraje y un argumento delirante y sobrecargado hacen de este film algo que cualquier joven de hoy en día calificaría como de auténtica "frikada". El barroco y bizarro entramado argumental parte de una idea principal: el escritor Salman Rushdie (si, el autor de Los versos satánicos, interpretado en el film por Afzal Khan ) encabeza una organización terrorista dedicada a destruir el Islam. El objetivo principal de su campaña es Pakistan, que según el guionista es la “fortaleza” del islam en nuestros días. Para ello, el “satánico” escritor planea abrir una red de discotecas y casinos que extiendan el vicio y la corrupción por el país. Por lo demás, Salman Rushdie es en el film un refinado sádico-sicópata que crucifica a sus enemigos, se empapa con su sangre o bien, lo que a juicio del guionista es casi peor, les tortura leyéndoles pasajes de sus Versos satánicos.

Ante la amenaza, un policía pakistaní (interpretado por
Mustafa Qureshi) organiza un comando de “muyahidines” con sus dos hermanos, ambos en el desempleo. Les une la venganza, pues el hermano menor ha muerto en una protesta contra los Versos satánicos (la histórica y real, acaecida el 19 de febrero de 1989). A partir de ahí, el acabose, el delirio argumental: una frenética mezcla surrealista de farsa, guasa y fanatismo infantil. No he podido visionar el film, pero al parecer hay de todo: desde una épica secuencia en la cual los protagonistas han de disfrazarse de Batman, hasta la espectacular conversión de Dolly (la ayudante de Rushdie) a la fe verdadera, en medio de un alud de efectos especiales. Además, cantos, bailes y lentejuelas al mejor estilo Lollywood, bombas, hombres rana, litros de sangre y un jeque árabe con limpiaparabrisas en las gafas. Lo que sí podemos admirar, gracias a You Tube, es el apoteósico final de Salman Rushdie, atacado por ejemplares del Corán que volando en círculo sobre su víctima, lanzan rayos destructores de color violáceo.



Otro poster de "International Gorillay" en el que se resalta su abigarramiento argumental













Un comentarista define al film como una “maniacal high farce”. Por ello insisto una vez más: desde un punto de vista argumental y de calidad, nada que ver con “El Valle de los Lobos”. Políticamente, defienden causas diametralmente opuestas: la película turca se asienta sobre argumentos nacionalistas, no islamistas. En cambio hay dos factores que los emparentan. De un lado, que en ambos casos se trata de “venganzas cinematográficas”. En el caso del film turco, contra la actitud de los norteamericanos en el tercio kurdo de Irak (además de funcionar como un desahogo por el incidente de Suleymaniye). La obra paquistaní, planteaba también un desquite, en este caso contra Salman Rushdie, que a mediados de 1989 había sido condenado a muerte por el ayatola Jomeini. Por lo tanto, dos burlas contra los occidentales, que recurren a los mismos o parecidos vehículos argumentales, que de paso, también quedan ridiculizados. Y en segundo lugar, dos películas denunciadas con una misma inmerecida y envarada seriedad desde Occidente, confundiendo el culo con las témporas, como suele decirse. En el caso de “International Guerrillas”, el mismo Salman Rushdie llegó a escribir al British Board of Film Classification (BBFC) a fin de que levantara el veto (por “criminal libel”) para la exhibición del film en Gran Bretaña. El célebre escritor –que en aquella época aún permanecía escondido y estaba sujeto a drásticas medidas de seguridad- demostró una vez más su inteligencia desactivando él mismo la instrumentalización que se podía haber hecho de tan descabellado film. Y así fue como “International Guerrillas” se estrenó en Londres, fue comercializada como vídeo para consumo de la comunidad paquistaní, y hasta emitida por televisión. Y después, nada. Hoy parece haber desaparecido completamente, incluso de eMule.


Salman Rushdie es atacado por el rayo violáceo de un Corán volador. Fotograma del film "International Gorillay" cuyas secuencias finales se pueden visionar todavía en You Tube






Las conclusiones que se pueden sacar de todo esto son muy sencillas. Primero, que desde Europa no debemos precipitarnos en el rasgado de vestiduras ante este tipo de films. Muchas veces son síntomas de algo que está sucediendo y conviene reflexionar sobre ello, sin precipitarnos a cavar más trincheras que perpetúen esa ficción llamada “choque de civilizaciones”. Además, puede ocurrir que el contenido real de las películas sea más suave que el de otros muchos estrenos occidentales, que no dejan de ser basura brutal, asimilada sin más como parte de nuestra cultura. Y por último, recordemos que, sin más, hay un público para este tipo de frikadas, qué le vamos a hacer. Por cierto: ¿Alguién sabe dónde conseguir una copia en buen estado de “International Gorillays”?¿Algunos fotogramas de calidad, cuanto menos?

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jueves, enero 25, 2007

Los euroextremistas son menos extremos

Retrato de Corneliu Vadim Tudor, reproducido en uno de sus libros de memorias políticas: Jurnalul Revoluţiei, de la Crǎcium la Paşte (1999). A pie de foto se puede leer: "Le guste o no a algunos, el árbitro de la elegancia en la política rumana es el presidente del Partido Gran Rumania..." El libro fue amablemente enviado por Ricardo Estarriol, de "La Vanguardia"


Durante la última semana, las elecciones en Serbia devinieron una obsesión mediática. El autor de este post dio a diversos canales de radio no menos de cinco entrevistas entre el viernes y el lunes por la tarde. El desconcierto era total entre la mayoría de los entrevistadores: básicamente deseaban saber si los ultras del Partido Radical iban a ganar en ese país y… Era muy fácil cortar con el nervioso deslizamiento hacia el sensacionalismo: sí, iban a ganar, pero no por mayoría absoluta. Y no, tampoco iban a formar coalición con otros partidos. No porque carecieran de “aliado natural” como aseveraba con petulante desdén el editorial de “El País” correspondiente al 23 de enero; porque claro que tienen aliados posibles: desde el Partido Socialista al mismo Partido Democrático de Serbia. La razón era que habían renunciado a llegar al poder por esa vía. Pura y simplemente lo querían todo o nada, no deseaban hipotecarse con ningún socio político. La razón de esa postura sencilla: dado que consideran “lacayos de los occidentales” a los demás competidores, yendo en solitario invierten en futuro, sobre todo –creen ellos- cuando las potencias occidentales le concedan la plena soberanía a Kosovo como estado independiente.

Y sí, terminaron ganando; pero obtuvieron menos votos que en las elecciones de 2003. “La UE minimiza el triunfo ultra en Serbia. – Los socios europeos hicieron ayer como si el partido de los ultranacionalistas serbios, liderado por un presunto criminal de guerra sujeto a juicio en el TPIY, no hubiera mantenido su respaldo social y ganado las elecciones”. Éste era el titular que blandía con santa indignación “La Vanguardia” el pasado 23 de enero. Al parecer, el periódico –o su corresponsal Fernando García- se había percatado astutamente de que la UE actuaba de mala fe o, peor aún, como unos ingenuos tontorrones. ¿Ganó las elecciones el Partido Radical? Sí: con un escaso 28%. Pero no hace falta liarse con complejos cálculos electorales. Eso quiere decir que un 72% de la población serbia no está con ellos. En realidad, los radicales perdieron incluso un escaño con respecto a las elecciones de 2003. Por lo tanto, menos lobos y un poco más de análisis basado en las realidades: éste es un partido que desde hace años posee una banda de fluctuación muy precisa, que por arriba no sobrepasa el 30%


Bandera oficial del Partido Radical Serbio. Utiliza el escudo de armas serbio tradicional


Por lo tanto, si hay algún motivo de preocupación real, está en la fragmentación política que se vive en Serbia. Porque los adversarios del Partido Radical han obtenido porcentajes de voto bastante miserables: un 22,7% el Partido Demócrata y un 16,4% el Partido Demócrata de Serbia. Y veremos cómo se lo organizan para formar coalición, porque se tienen una manifiesta antipatía “natural”, dado que ambos provienen de una misma horma. En todo caso, la buena noticia de los comicios sería que el Partido Demócrata ha mejorado sustancialmente y pasará de los 37 a los 65 diputados. Fundado en 1989 por Zoran Djindjić, éste sí es un partido europeísta y moderno, que cuenta con jóvenes y dinámicos políticos, como el actual presidente Boris Tadić y como lo fue en su día el asesinado primer ministro.

“¿Sabes qué ocurre en mi país?” La pregunta me la hizo Nada Djermanović, una veterana periodista serbia, ya retirada, añadiendo una irónica sonrisa. Eso fue durante el pasado mes de diciembre. Pero es cierto: en Serbia la gran mayoría de la población está desilusionada con la política y con casi todo. Sienten que la transición se cerró en falso y el país está bloqueado por problemas que ni los políticos locales pueden controlar. Por ejemplo, la entrega del general Ratko Mladić al Tribunal de La Haya. Ni siquiera Zoran Dindjić, que contribuyó decisivamente a que Milošević terminara ante el TPI, fue capaz de echar mano al buscado general. Y por supuesto, ni Tadić ni mucho menos Kostunica, han podido hacer nada al respecto. De vez en cuando salta el rumor de que el general Mladić “está negociando” las condiciones para entregarse a La Haya, pero al cabo de pocos días la noticia se desvanece. Nadie sabe muy bien con quién dialoga el militar, ni qué es eso tan importante que le impide entregarse. Posiblemente hay mucho interés en algunas cancillerías occidentales para que no se entregue; quizá podrían hacerse públicos datos comprometedores. A lo mejor resulta que altos mandos del ejército negociaron con los occidentales que no sería entregado Mladić a cambio de su decisiva ayuda en el derrocamiento de Milošević, en octubre de 2000. A saber qué inconfesables enjuagues se ocultan detrás de tanto misterio.













Deseos con escasa base real: propaganda electoral del Partido Radical de Serbia en la que se hace alusión a conseguir el 50% de los votos que le hubieran dado la mayoría absoluta ("50% + tu voz"). En realidad las encuestas no le otorgaban más del 30-32%, como mucho


Kosovo es otro de esos incómodos callejones sin salida. Es evidente que tarde o temprano devendrá estado independiente con las bendiciones occidentales. Hace tiempo que el destino de la antigua provincia no levanta grandes pasiones en Serbia. Pero es un asunto fácilmente manipulable porque, como en el caso de Mladić, las grandes potencias que intervinieron en la crisis, la Unión Europea, la ONU e tutti quanti, siguen sin saber de qué forma desbloquear eficazmente el asunto de Kosovo. Hasta ahora eso significaba resolver dos problemas: cómo integrar a la minoría serbia en la vida política y social del nuevo estado; y cómo evitar que la independencia de Kosovo no exporte nuevas ilusiones separatistas a los albaneses de Macedonia, lo que generaría –esta vez sí- una nueva crisis seria en los Balcanes. Además, las potencias occidentales deberán vencer ahora las resistencias de Putin, que ha prometido el veto ruso en cualquier debate sobre la independencia de Kosovo en el Consejo de Seguridad. Tal como están las cosas, no deja de ser una advertencia razonable: la verdad es que los occidentales ya han hecho bastantes desastres en los Balcanes.

La incapacidad de la Unión Europea por sacar adelante las crisis resueltas que heredó en los Balcanes a finales del siglo pasado, deja tras de sí toda una serie de juguetes rotos. Bosnia y Kosovo son los dos principales, pero entre ambos, Serbia forma parte del cuadro. En todo caso, lo que resulta muy alarmante es la constatación de que, en buena medida, hay un problema de fondo que lo bloquea todo. Que no sólo impide la solución de los problemas sino que genera otros nuevos, y cortados sobre el mismo patrón. Es como si la opinión pública europea estuviera programada para tropezar en la misma piedra una y otra vez, de forma tozuda y desesperante.

En un corto periodo de tiempo, poco más de una semana, se ha podido constatar una muestra excelente de ese síndrome. A mediados del mes de enero saltó a la prensa la constitución formal de un nuevo grupo parlamentario en la Eurocámara: Identidad-Tradición-Soberanía (ITS), integrado por diputados de la extrema derecha europea. Figuran allí siete miembros del Frente Nacional francés, tres del Vlaams Belang, uno del austriaco Alianza para el Futuro (FPÖ), otro del Partido Nacional del Reino Unido y dos representantes italianos. Pero los seis diputados aportados por Rumania y Bulgaria, nuevos miembros de la Unión Europea, han sido decisivos. Más concretamente, el búlgaro Dimitar Stoyanov, por Ataka y los cinco escaños del Partido de la Gran Rumania (Partidul România Mare) de Corneliu Vadim Tudor.



Escudo del Partido de la Gran Rumania. La formación política se creó en torno al periódico homónimo, que a comienzos de los años noventa fue un gran éxito de ventas en el país


No por no esperado, el acontecimiento dejó de ser una novedad desagradable. Como bien dijo un diputado socialista español, resultaba particularmente lamentable que la ampliación de la UE llegara de la mano de la consolidación de los ultras en la Eurocámara: “Esta gente está en contra de todo lo que representa Europa”. El diputado socialista austriaco Martin Schulz intentó detener la constitución del grupo ITS por excesiva heterogeneidad política, es decir, debido a la carencia de “visión común” de los integrantes. Y no le faltaba razón, dado que los movimientos y partidos ultranacionalistas son por definición, eminentemente nacionales y por ello sus objetivos pueden diferir considerablemente entre sí.

De todas formas, el club político europeo intentó actuar con serenidad. Una de las últimas actuaciones de Josep Borrell antes de dejar el cargo de presidente de la cámara, fue desestimar la petición de Schulz basándose en el argumento de que en el ITS no existe disidencia explícita; y de hecho, sus integrantes habían definido una serie de objetivos comunes en la declaración que presentaron para formalizar la constitución del grupo. El pasado día 16 de enero, "La Vanguardia" publicó una entrevista [a cargo de Beatriz Navarro] con el eurodiputado del Partido Popular español, Íñigo Méndez de Vigo, que parecía sintetizar la filosofía de la Eurocámara. Según éste político, "a la extrema derecha hay que vencerla con ideas y debates, y no intentando crear cordones sanitarios. Es un error político que le permitirá presentarse como víctima del sistema".



Volen Siderov, líder de Ataka, se presenta sobre el fondo de la bandera búlgara en el blog del partido


Lo malo de la extrema derecha es su facilidad para presentarse como víctima en las situaciones más diversas, sea aislada o aceptada en un foro político. Pero en todo caso, aún restando de las declaraciones de Méndez de Vigo esa vieja aspiración de la derecha consistente en amaestrar a la ultraderecha sin mancharse, el planteamiento es correcto. Como también lo es que al eurodiputado le preocupe más el ruido mediático que el hecho en sí. Pero a Méndez de Vigo y también a la prensa parece que se les escapa algo que sí es nuevo. Curiosamente, él mismo da una pista: "No hay que intentar hacer como si no existieran, porque hay unas personas que los han apoyado y es a ellas a quienes hay que convencer". Y continúa: "Con la ampliación, todos hemos aumentado en número, la extrema derecha también. Pero el núcleo sigue constituido por Le Pen y algunos italianos". Pues ahí está el error.

A lo largo de estos días, prácticamente ningún analista intentó asimilar la "victoria" del Partido Radical Serbio con la constitución del grupo Identidad-Tradición-Soberanía en la Eurocámara. ¿Por qué? Porque, erróneamente, se considera que la ultraderecha rumana o búlgara es más "europea" y por lo tanto "honorable" que los radicales serbios. Por el mero hecho de haber accedido a la UE, incluso el neofascismo rumano y búlgaro, en veinticuatro horas, se convierte en civilizado a los ojos de prensa y políticos. Ésta ingenua forma de ver las cosas quedó de manifiesto la noche del pasado 22 de enero, cuando en TV3, el canal autonómico de la televisión catalana, Mónica Terribas entrevistó al profesor Ferran Gallego en el programa "La nit al dia". Este académico, compañero de Departamento, con el que incluso comparto la docencia en algunas asignaturas, es un muy buen experto en partidos políticos neofascistas y ultraderechistas, sobre todo en lo que respecta a los de la Europa occidental e Iberoamérica. La entrevista que se le planteó en el programa fue característica del enfoque que han mantenido estos días los medios de comunicación, que no difiere demasiado con el que utilizan (por regla general) los medios políticos de Bruselas -y de muchos países de la Europa occidental. Como resultado, el profesor Gallego se encontró ante una batería de preguntas que evitaban hablar de las diferencias ente los componentes del ITS: asimilaban todo el grupo a los partidos ultras occidentales y aún así no profundizaban en sus especificidades, olvidaban el fenómeno concreto que eran las incorporaciones de Gran Rumania y Ataka (así como las diferencias entre ellos y otros grupos del Este) y en cambio volvían sobre el fenómeno del Partido Radical Serbio.




Uno de los libros más conocidos del historiador Ferran Gallego. Por el momento, el estudio de la extrema derecha europea occidental no se puede asimilar sociológicamente al de los partidos y movimientos del Este, aunque en muchos casos tomen símbolos y líderes de aquella como referentes. Por ejemplo, Vadim Tudor es conocido como el "Le Pen de los Cárpatos" y mantiene unas excelentes relaciones con el líder francés


Y eso constituye un problema por varias razones. En primer lugar, genera desequilibrios informativos, y en determinadas circunstancias, éstos pueden llevar a imponer reacciones inadecuadas. Tal cosa ocurrió en días pasados cuando los medios de comunicación se obsesionaron con una supuesta victoria por mayoría absoluta en Serbia, dejando de lado el hecho de que en la Eurocámara, en el corazón de la democracia comunitaria, está tomando forma un nuevo tipo de ultraderecha.

Segundo: Tras la revolución de 1989, en Rumania se prohibió el Partido Comunista y los partidos socialistas que surgieron después exhibieron un rosa muy pálido. O bien fueron abusivamente estigmatizados (incluso desde la prensa occidental) como "neocomunistas". Algo similar ocurrió en Bulgaria (aunque en menor medida) y sucede, sobre todo, en Serbia, donde el Partido Socialista es definido a menudo como "el de Milošević ": en todos estos países se sigue produciendo de una forma u otra un cierto "vacío de izquierdas" y eso favorece la aparición de partidos de ultraderecha y neofascistas en proporción a la anchura y profundidad del bache. No es una casualidad: aunque el discurso de los ultras pueda parecer hueco, una sopa con poco alimento aderezada con mucho picante de insultos y cuatro propuestas radicales flotando aquí y allá, una parte de la población en sus respectivos países los contempla como lo más parecido a unos partidos con mensaje social. Mientras tanto, los partidos más "modernos" o "europeístas" suelen recurrir a políticas de corte liberal con lo que ello significa: cierre de fábricas improductivas, recortes en el gasto social, privatización de la enseñanza y mil y una medidas, quizá muy necesarias desde el punto de vista de la macroeconomía, pero también muy impopulares.


Símbolo del partido búlgaro Unión Nacional Ataca (en búlgaro: Национален съюз Атака, Natsionalen Sǎyuz Ataka).


En tiempos de la perestroika los soviéticos odiaban a Mijail Gorbachov, mientras que en Occidente se le adoraba. Algo similar ocurre ahora: no entendemos por qué en Serbia no gana las elecciones por mayoría aplastante un Partido Demócrata que no puede desbancar al Partido Radical Serbio con su raquítico 28% de los votos. Se hace muy difícil entender el éxito de histriones como Corneliu Vadim Tudor o Volen Siderov. Durante años estuve suscrito a varios periódicos rumanos, entre ellos "România Mare": resultabam difíciles de leer aquellos densos y larguísimos artículos plagados de infundios e insultos contra los adversarios políticos. Y sin embargo, durante algunas épocas batió marcas de venta. Ahora, a ojos de muchos rumanos, el Partido de la Gran Rumania goza de la respetabilidad de ser una formación política con representación en Bruselas. Ya sólo por eso, ha ganado en autoridad entre sus conciudadanos. Simplemente ese hecho ha dado credibilidad a sus denuncias, mentiras e insultos. Por lo tanto, Gran Rumania o Ataka pueden no tener un peso excesivo en la Eurocámara, puede que en ese foro sus ideas y valores suenen a hojalata; pero han ganado muchos quilates en sus respectivos países. Y eso resulta alarmante, porque de esa forma se establece una interacción que podría llevar a Corneliu Vadim Tudor a la presidencia rumana y el resultado sería una versión corregida y ampliada de las patochadas que protagonizan los Kaczyński en Polonia. Eso no es en absoluto deseable, porque la Unión Europea no parece estar preparada para lidiar con "socios gamberros", como se está demostrando ahora mismo con varios de los aún flamantes nuevos socios de 2004. Eso por no hablar del efecto emulación que podrían generar tales situaciones en algunos países de la Europa occidental; de hecho, parece que ya se han producido: las alianzas "rojo-pardas" que tuvieron en Rusia, Rumania o Serbia en 1993 entre partidos de extrema izquierda (o no tan extrema) y la ultraderecha pueden estar llegando a Occidente, donde sindicatos, asociaciones culturales o políticas y hasta sectores de partidos de izquierdas han hecho concesiones dialécticas (o reales) a sus clientelas, de tomo marcadamente ultraderechista, en cuestiones referidas a la inmigración, la Constitución europea o la ampliación de la UE.

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domingo, enero 21, 2007

La pistola amarilla












Escenario para un escándalo: restos del accidente de Susurluk. Entre los servicios de inteligencia de algunos países de la Europa oriental existe una cierta tradición de liquidar adversarios mediante accidentes de tráfico en los que se utilizan camiones, aunque nunca se encontraron pruebas de que lo sucedido en Susurluk no fuera meramente casual


El 3 de noviembre de 1996, hace ahora poco más de diez años, un Mercedes negro chocó contra un camión cerca del remoto pueblo de Susurluk, en Anatolia occidental, resultando muertos casi todos sus ocupantes. Estos eran un mafioso y antiguo activista de los Lobos Grises, es decir, el brazo armado de la extrema derecha neofascista turca; un alto mando de las fuerzas de seguridad que había sido jefe de la policía en Estambul, así como un parlamentario del Partido la Recta Vía, que era un jefe tribal kurdo, el cual había creado su propia milicia, colaboracionista. En el automóvil apareció además abundante droga, armas sofisticadas y alguna documentación comprometedora. Se sospechaba que el ministro del Interior, del partido de la entonces primera ministro Tansu Çiller, había estado presente poco antes en una reunión con esa muestra de la connivencia entre la política, las fuerzas de seguridad, la mafia y la extrema derecha. La investigación que llevó a cabo una comisión parlamentaria no hizo sino confirmar las peores sospechas, lo que incluía la financiación de la guerra sucia con tráfico de armas y drogas, todo ello impulsado a raíz del golpe militar de 1980. Casi todos los partidos políticos que habían pasado por el poder estaban implicados de una forma u otra. El islamista Refah era una excepción, pero Erbakan, ansioso por mantener viva la coalición gubernamental que mantenía su partido con el de la Recta Vía se alineó con Tansu Çiller –ella misma implicada en la utilización de fondos ilegales- e hizo lo que pudo para defenderla.

Viejo colgante de los Lobos Grises. Colección particular del autor




A imagen y semejanza de las manifestaciones populares que por
aquellas mismas fechas estaban teniendo lugar en Belgrado contra el régimen de Slobodan Milošević, el 1º de febrero de 1997 se convocó espontáneamente en Turquía una “Jornada de luz contra la oscuridad (Sürekli Aydınlık İçin 1 Dakika Karanlık) en la que decenas de miles de ciudadanos protestaron encendiendo y apagando las luces o haciendo sonar bocinas y cacerolas. El impacto de la protesta sobre los entonces todopoderosos militares turcos fue de gran envergadura. Incluso pudiera ser que el denominado "golpe posmoderno" (o "golpe virtual") de ese mismo mes de febrero tuviera como objetivo cercenar ese tipo de manifestaciones tanto o más que el declarado intento de hacer caer el gobierno islamista surgido de la coalición Erbakan-Çiller, lo cual acaeció meses más tarde, el 6 de junio de ese mismo año. Posiblemente, los militares también temieron que islamismo y contestación cívica confluyeran a partir de las protestas contra Susurluk.

La "Jornada de la luz contra la oscuridad" fue un evento espectacular muy poco mencionado por la prensa occidental de la época y que hoy en día está casi completamente olvidado. Y sin embargo, tuvo un profundo significado que iba mucho más allá del hartazgo de la ciudadanía con los militares y la interminable guerra del Kurdistán con sus vergonzosos abusos. La protesta de aquel mes de febrero probaba que existía una sociedad civil turca con sobrada consciencia de su propia fuerza y con sólidas credenciales democráticos. El amarillismo con el que se tiñe buena parte de la prensa occidental cuando encuentra ocasión de denunciar la candidatura turca ante la Unión Europea, tiene gran interés en difuminar su existencia o en olvidar que Susurluk dio lugar a la espectacular jornada de protesta: véase, por ejemplo la crónica de Ricardo Ginés en "La Vanguardia", edición del 21 de enero, pag. 9


Ogün Samast, asesino confeso del periodista Hrant Dink, captado por una cámara de seguridad momentos después del atentado.



El reciente asesinato del periodista Hrant Dink ha reabierto la archimanida caja de los petardos con los estampidos habituales. Por supuesto, los encabeza Robert Fisk con uno de sus carácterísticas piezas "fiskeables" en las que condensa sus bombásticos "descubrimientos" particulares de historiador aficionado sobre los sucesos de 1915, que ya se analizaron en otro post dentro de este mismo blog. Pero la pieza del pasado 20 de enero incluye dos apreciaciones interesantes: de un lado adelanta un dato que se abrió paso durante las primeras horas: que el asesino de Dink fuera él mismo un armenio, basándose en que el periodista acusaba a sus congéneres armenios "de manifestar animadversión y hostilidad contra los turcos por el genocidio". Y a la vez, Fisk calificaba al autor del atentado de "asesino profesional" dando a entender... ¿qué exactamente? ¿Qué el adolescente Ogün Samast cobraba de algún gobierno, de alguna institución capaz de abonar sus servicios profesionales? Difícil de creer que alguna organización activista mínimamente eficaz contrate a un chaval de 17 años de edad que difícilmente va a aguantar un interrogatorio policial. Incapaz de resistir a la tentación del sensacionalismo periodístico Fisk exhuda satisfacción al titular su pieza: "La víctima 1.500.001 del genodicio". ¿No podría ser la 300.001? No: a pesar de que se supone que está a favor del diálogo turco-armenio para la dilucidación de la verdad histórica sobre el denominado genocidio de 1915, Fisk se pone sin rubor del lado del nacionalismo armenio duro: 1.500.000 y no se hable más.

Pero Fisk es un "periodista flagelo" y ya sabemos que en base a ello, trabaja principalmente por su propia causa. Sólo una breve alusión al asunto de fondo: "No se trata únicamente de un golpe horroroso asestado a un miembro de comunidad armenia superviviente del genocidio, sino de un desbaratamiento de las esperanzas turcas de entrar en la Unión Europea, aspiración si se quiere visionaria que de hecho ya se hallaba en peligro por la ruptura de relaciones con Chipre y su negativa a reconocer el genocidio". ¿Seguro? ¿Quién ha hablado en Bruselas del "desbaratamiento" de las esperanzas turcas desde el asesinato de Dink? ¿Por qué son "visionarias" tales esperanzas? ¿Porque lo digan Fisk, Sarkozy e Identidad, Tradición y Soberanía, es decir el nuevo grupo ultraderechista en el Parlamento Europeo? ¿A qué se refiere con "ruptura de relaciones con Chipre"? ¿Acaso fue eso lo que ocurrió el pasado mes de diciembre? Fisk no es precisamente un cronista preciso; tira de incontinencia. Como muchas de las crónicas en que interviene de cerca o de lejos Juan Carlos Sanz, de "El País": "La muertre a tiros en Estambul del periodista Hrant Dink torpedea el acercamiento de Ankara a la UE": ¡Bang, bang! Así rezaba, nada menos que el subtítulo de la crónica de ese periódico dedicada al atentado en su edición del pasado 20 de enero, página 2. Es cierto, el mismo primer ministro Erdoğan dijo aquello de que "han disparado contra la democracia y la libertad de expresión", a poco de conocerse la noticia. Pero ¿de dónde sale que el luctuoso suceso "torpedea el acercamiento de Ankara a la UE"?

Esquina donde fue asesinado Olof Palme en Estocolmo, en febrero de 1986. Fotografía procedente de su biografía en Wikipedia. El atentado continúa sin haberse resuelto, aunque o bien se admite que fue obra de Christer Pettersson en solitario, o que algún servicio de inteligencia occidental estuvo detrás. Lo cual probaría que no sólo en Turquía existe "Derin Devlet".




Quizá Ricardo Ginés tiene la respuesta y nos la ofrece desde "La Vanguardia": la culpa la tienen el gobierno y los medios de comunicación turcos. El primero, por no ofrecer protección a la víctima (al parecer sí lo hizo, y ésta la rechazó). Como dicen los italianos: "¿Piove?¡Governo ladro!":
Ya se sabe, el gobierno siempre tiene la culpa de todo, y en primera instancia además. Después le toca reparto de responsabilidad a los colegas de los medios de comunicación, así en general: "Los medios turcos [¿todos?] son en gran parte culpables, sobre todo por cómo han tratado el contencioso armenio. Ignorando el pasado, editores y presentadores de televisión parecían estar llevando a cabo campañas de odio contra personas como Dink, señalándolas como traidores. Esto condujo a amenazas de muerte masivas por parte de un público ignorante y emocional". Claro, sólo que esto no lo dice Ginés por sí mismo, sino un periodista, "amigo de la víctima". Y para redondear la investigación, añade en su crónica... ¡declaraciones a "La Vanguardia" del correponsal de "The Economist" en Turquía! Sorprende bastante que el periódico barcelonés acepte torpezas de ese calibre, las cuales dejan malparada la autoridad (o capacidad) informativa de un periódico, abandonada en manos de las opiniones de la competencia.

Pero da igual: para Fisk, Sanz y toda la tropilla, lo importante es que el gobierno, los medios de comunicación y una inmensa mayoría de los turcos son, de una forma u otra, culpables de la muerte de Dink. Todos apretaron el gatillo y por lo tanto, queda claro que Turquía no es europea, es un país poblado por asiáticos ignorantes. Y dejemos para otro día el hecho de que son musulmanes e islamistas fanáticos en potencia. Nunca existió la "Jornada de luz por la oscuridad" en 1997, nadie protestó en Turquía por la muerte de Dink (ni siquiera sabemos quiénes eran los contestatarios), las declaraciones de Erdoğan no son suficientes para el "El País", según reza en el editorial del 20 de enero ("Tragedia en Estambul"): "Erdoğan aún no cumple del todo con suficiente honestidad ante la historia y el futuro". Bien, ¿y que se espera exactamente del primer ministro turco?

La incontinencia periodística suele basarse sobre inestables juegos malabares con la lógica. Imaginemos que el estado turco hubiera "reconocido" como genocidio los sucesos de 1915. ¿Habría eso evitado la muerte de Dink a manos de un adolescente obnubilado? ¿O quizás hubiera provocado muchos más problemas de los que debería solucionar? Según este tipo de argumentación, por ejemplo (hay muchos otros) la muerte de Olof Palme en la supercivilizada, tolerante y democrática Suecia, sin aparentes deudas no reconocidas con el pasado, nunca debió haber sucedido.

La paja en el ojo ajeno y la viga en el propio: José Amedo, jefe operativo de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL): no apartaron a España de la Comunidad Europea


Y ya que estamos en esta línea, echemos mano de la pedagogía comparativa. ¿Podemos imaginar que algún periódico occidental o turco le hubiera dado el mismo trato informativo a la reciente tragedia de la T4 en Barajas? ¿Qué tal si algún cronista extranjero hubiera achacado la culpa del atentado y las dos muertes al gobierno y una supuesta mala fe negociadora apoyándose en las declaraciones de algún colega "amigo" de los responsables del acto? ¿Y si un Robert Fisk insinuara que la causa de lo ocurrido el pasado diciembre estuviera en el bombardeo de Gernika? Pero sobre todo, y esto va dirigido a los periodistas de mala memoria o los jóvenes que no tienen en cuenta la historia cercana, hemos de recordar que los asesinatos de los GAL, vergonzoso terrorismo de estado convicto y confeso, no evitó que España ingresara en la Comunidad Europea, allá por 1986 (y recordemos que los Grupos Antiterroristas de Liberación actuaron entre 1983 y 1987, siendo responsables de 23 asesinatos). Por lo tanto, y teniendo en cuenta el precedente español en materia de crímenes de estado, el asesinato de Hrant Dink, por lamentable que resulte en sí mismo, deja aún mucho, pero lo que se dice mucho, margen de esperanza para las aspiraciones de Turquía en relación a la UE.

La sociedad civil turca en acción: más de 100.000 personas despiden el féretro de Hrant Dink en un monumental manifestación por el centro de Estambul, 23 de enero, 2007. Fotografía publicada por laverdad.es


Por lo tanto, seamos honestos y no hagamos exactamente lo mismo que denunciamos. Si, qué duda cabe: el ultranacionalismo turco organizó linchamientos mediáticos contra intelectuales liberales: eso no es nuevo en absoluto, llevan así más de cuarenta años. Pero eso no quiere decir que los culpables de lo sucedido a Dink sean el gobierno, los medios de comunicación de aquel país o la población en general. No linchemos a todo un país desde la impunidad occidental. Y sobre todo, hagamos un poco de examen de conciencia: Dink no tenía que haber muerto bajo ningún concepto; pero menos que nada, por una polémica absolutamente innecesaria atizada también desde Occidente, en parte por una derecha (y una ultraderecha) tan cavernícola como la turca, por las conveniencias de los políticos oportunistas de turno y por el afán de notoriedad de unos cuantos intelectuales y periodistas vanidosos.

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sábado, enero 20, 2007

De Bosnia a Irak: miseria del intervencionismo en el espacio ex otomano


Jugando con mapas: Robert Gates en Irak, rodeado de altos mandos del ejército norteamericano destacados en la zona



La prensa española apenas se ha referido últimamente a la posibilidad; apenas lo mencionaba de pasada “La Vanguardia” en su edición del 11 de enero. Pero los planes para la partición de Irak en tres pequeños estados más o menos soberanos no son nuevos. Datan, como mínimo de 2004 –seguramernte ya se le daba vueltas a la idea en Washington desde antes de la invasión de marzo, el año anterior- y últimamente los análisis y noticias al respecto bullen a lo largo y ancho de internet. Y la segunda visita a Irak de Robert Gates, nuevo Secretario de Defensa norteamericano, en menos de un mes, también encajaría en el cuadro sintomático. Por lo tanto, la decisión de George Bush para incrementar el número de fuerzas presentes en el país no sería tanto una huida hacia delante como una maniobra mucho más calculada tendente hacia un fin concreto. La mayor presencia de tropas generaría por sí misma un incremento de la violencia sobre el terreno –que de hecho ya se está produciendo- pero a la vez garantizaría la puesta en práctica del reparto, ayudando a resolver los problemas puntuales que generaría, como el reasentameinto de las poblaciones expulsadas e intercambiadas en cada zona, por ejemplo. O la conformación de fuerzas locales y leales para la defensa de cada uno de los tres pequeños estados que surgirían del reparto. Y la ejecución de Saddam Hussein se cargaría de significado: habría sido la eliminación del último residuo importante del antiguo estado iraquí.

Aunque son numerosos los analistas, académicos y policy makers que se están refiriendo a la posibilidad de dinamitar los restos del estado iraquí, la
Brookings Institution, un think tank basado en Washington DC de tendencias demócratas. Dada la situación en la que se encuentran actualmente los republicanos frente a la oposición en las cámaras de representantes y el compromiso adquirido por el presidente de tenerlos en cuenta para solventar la situación en Irak, no sería tan extraño que el reparto de Irak fuera, en efecto, una idea pactada.

Dentro de la Brookings, el adalid de la "Soft-Partition"
es Michael E. O´Hanlon, Senior Fellow, Foreign Policy Studies Edward P. Joseph, Visiting Scholar, Johns Hopkins School of Advanced International Studies. O´Hanlon desarrolla en un sentido radical la idea del senador demócrata Joseph Robinette "Joe" Biden, Jr y de Leslie (Les) Howard Gelb presidente emérito del Council on Foreign Relations, un veterano think tank y editor de la prestigiosa revista “Foreing Affairs”. La apuesta de Biden y Gelb iba en el sentido de convertir a Irak en una laxa federación; O´Hanlon añade algunos ingredientes indigestos, como la idea de que el mismo gobierno de Irak (que es una de las esencias de la guerra civil en curso) “ayude a las minorías amenazada a reubicarse donde se encuentren más seguras, ayudándoles a encontrar nuevos empleos y domicilios”.

Rostros satisfechos: de izquierda a derecha, arriba: Biden y Gelb. Abajo, en blanco y negro: O´Hanlon


Lo interesante de la propuesta de Michael O´Hanlon es que toma como modelo calcado la supuesta solución aplicada en Bosnia en 1995. “In effect, Iraq is already becoming Bosnia” –asegura el autor. Y se refiere a la república ex yugoslava una y otra vez, con todos los tópicos habituales como guarnición: Dayton, limpieza y resituación, corredores libres y todo aquello que, según él, le confiere a Irak una “Balkanlike, territorial logic”. Por lo tanto, el país árabe se está desintegrando a ojos vista y según el analista, su partición contribuiría a crear “subrregiones militarmente defendibles” que supuestamente contribuirían a atenuar la violencia. Eso sí, debería preservarse una sombra de estado unitario que, entre otras cosas, “garantizara el reparto de equitativo de los beneficios del petróleo”. O´Hanlon es consciente de que “la resituación étnica es repugnante y no está libre de riesgos, pero si se lleva a cabo con cuidado como política de gobierno, puede desarrollarse de forma menos traumática que en los Balcanes”.

Por lo tanto, a esto hemos llegado: a admitir que la limpieza étnica puede ser un paliativo si se aplica “como política de gobierno”; aunque, claro, siempre quedaría por definir si el gobierno de Pale, en Bosnia, tenía más o menos autoridad para aplicarla que el gobierno de Zagreb o el de Knin. Desde luego, la idea debe de poner los pelos de punta a sectores mediáticos y políticos del ámbito socialista en Madrid (y también Barcelona) donde cualquier alusión a que la intervención en Irak es comparable a las que tuvieron lugar en Bosnia o Kosovo deviene riguroso anatema. No sería impensable la aprobación de una ley que persiguiera cualquier aseveración al respecto.



Mesianismo anglosajón: Strobe Talbott, presidente de la Brookings Institution y convencido defensor de federalizar el espacio político de la globalización.


En otro orden de cosas, la propuesta de la Brookings, como la del dúo Biden-Gelb en su momento tienen su lógica interna, dado que el presidente del think tank es nada menos que Strobe Talbott, uno de los hombres de Clinton y rabioso defensor de la “federalización global” (y por lo tanto, ideólogo de la solución aplicada en Dayton). Lo malo de muchos think tanks es que tienden a imaginar propuestas teóricas demasiado esquemáticas y en vacío. Y ésta es una de ellas. Porque es evidente que Irak no está en los Balcanes, pero sobre todo, que no estamos en 1995, lo cual quiere decir muchas cosas importantes. Una de ellas, que las cosas no se enfocan de la misma manera que entonces, no se está operando con el mismo cuadro de valores, la imagen de los Estados Unidos ha cambiado. Y sobre todo, no hay en la zona un Milošević y un Tudjman capaces o dispuestos a garantizar desde la vecindad las fronteras de ese extraño engendro que sería un Irak compuesto por una república "irakurda", otra "irakosunita" y una tercera "irakochiita". Más bien ocurriría todo lo contrario: Irán buscaría intervenir de forma directa en esta tercera, quizás incluso intentaría anexionársela; y lo mismo ocurriría con la entidad "irakosunita" con respecto a la vecina Arabia Saudí; en más de una ocasión Riyad ya anunció su intención de no abandonar a los hermanos suníes. En cuando a los kurdos del norte constituidos en república, esa es precisamente una de las pesadillas más desagradables de Turquía. Por lo tanto, el Irak de las entidades "étnicas" iraquíes se convertiría en un verdadero gallinero rodeado de zorros por todas partes. Y posiblemente, los norteamericanos deberían resignarse a mantener tropas en mayor cantidad y durante más tiempo que si confiaran en un Irak unificado y centralizado. Si el intento de crear en Irak una sociedad liberal democrática en un tiempo record resultó irreal, la idea de impartir clases prácticas sobre federalismo de modelo anglosajón es ahondar en el error de forma temeraria. Las posibilidades de un reparto territorial del país serían tan catastróficas que uno estaría tentado de suponer que Bush aceptaría poner en marcha el plan sólo para desembarazarse de la presión demócrata.

Siempre es posible que los rumores se queden en nada, pero su mera existencia los hace muy significativos en sí mismos. Parece evidente que los impulsores del plan de partición de Irak sean más bien demócratas norteamericanos deseosos de repetir una exitosa jugada que les salió bien hace doce años -esta vez en el "terreno republicano" que es Irak. Pero lo peor de todo es que el proyecto revive una vez más las prácticas más viciadas de la diplomacia europea en el espacio ex otomano. Porque es cierto que Irak como estado es una creación artificial nacida sobre los restos del Imperio otomano, en 1921. Pero también lo son Kuwait, Jordania, Siria, Arabia Saudi y sobre todo, Líbano. Todo el conjunto de estados árabes del Próximo Oriente son producto de la contradicción que supusieron los acuerdos de Sykes-Picot, y justamente ese reparto, que incluyó el también artificial Estado de Israel, generó una larga serie de conflictos que en esencia siguen sin resolverse. Los Balcanes también agrupan a una serie de estados surgidos de la desmembración del Imperio otomano: Grecia, Bulgaria, Albania, Rumania y los surgidos de la desmembración de Yugoslavia. Pero las políticas intervencionistas de las grandes potencias en la zona durante el último tercio de siglo han contribuido a crear el mapa político más complicado de la historia de los Balcanes. El esquema de las nuevas fronteras se articula en torno al binomio "madre patria-duplicación". El resultado es el siguiente:


Rumania-Moldavia
Serbia-Republika Srpska
Albania-Kosovo
Bulgaria-Macedonia
Croacia-Herceg Bosna
Grecia-Chipre


A este conjunto se han de añadir las de la periferia turca:

Turquía-República Turca del Norte de Chipre
Armenia-Nagorno Karabaj


Mapa de los Balcanes en 2001, reproducido en la obra de Francisco Veiga, La trampa balcánica (Grijalbo, 2002): Nunca hasta entonces la geografía política de los balcanes había devenido tan compleja. En el mapa se representan los estados duplicados en la zona y en Chipre.


En todos los casos se trata de "estados duplicados" o "microperiféricos" distribuidos entre lo que se podía denominar la vieja patria original y una república con los mismos o parecidos rasgos culturales -en el caso de Moldavia incluso con idéntica bandera que Rumania- aparecida en los últimos años: el caso más antiguos es el de la RTNC y el más reciente, el de Kosovo. A este complejo esquema se debe añadir el de los "estados de heterogeneidad inestable" o incluso quebrada (una suerte de monstruos de Frankestein políticos) que son: Bosnia-Hercegovina (tres entidades federadas en un estado, una subfederación -croato-musulmana- y once cantones), Macedonia, Kosovo (que de hecho ni siquiera es un estado soberano), Chipre, Líbano, Israel (con la compleja arquitectura de los Territorios Palestinos), Georgia. Hay que decir que la mayoría de estas extrañas componendas políticas lo fueron en virtud de la intervención directa o indirecta de las grandes potencias, sea como supuesta solución a una crisis, en virtud de la tutela debida a un protegido o por conveniencia propia. Y ahora, a todo ese complejo puzzle podría añadirse, si por O´Hanlon fuera, un Irak troceado.

El corazón del espacio ex otomano: Oriente Próximo y Balcanes. En el primer caso, siguen vigentes las fronteras heredadas de los mandatos coloniales configurados tras la Gran Guerra de 1914-1918. En los Balcanes el mapa ya representa los cambios reconocidos por las grandes potencias a finales del siglo XX


Pero si hay algo que caracteriza la intervención de las grandes potencias en el espacio ex otomano es la manipulación, modelado y modulación de conciencias nacionales en amalgama con las definiciones religiosas, dando lugar a verdaderos engendros artificiales. Con el tiempo, los mismos ciudadanos de esas entidades han terminado por asumir como algo normal definiciones nacionales que ni siquiera tienen un siglo de antigüedad, como "jordano" o "libanés". Pero en los últimos años del siglo pasado se alumbraron personalidades tan imaginativas y artificiales como: "albanokosovar", "serbobosnio" o "eslavomacedonio". Y en los próximos meses amenazan con hacer su aparición en los medios de prensa occidentales los flamantes "irakokurdos", "irakosunitas" e "irakochiítas". En el fondo, la clave consiste en agrupar a los componentes de la presunta etnia en lo que O´Hanlon tipifica como "subrregiones militarmente defendibles”, sinque los individuos afectados tengan muchas opciones de escoger la identidad que se les adjudica y se rubrica con violencia.


Distribución étnica y religiosa de Irak: en morado, kurdos; verde manzana, árabes suníes (43%); verde intermedio, árabes chiíes (52%). Fuente: Jean y André Sellier, Atlas de los pueblos de Oriente (Acento Ed., 1997)


De todas formas, el peor pecado de la conformación de nacionalidades e identidades étnicas de base religiosa por la fuerza de las armas o la represión política consiste en que el resultado institucional suele ser notablemente ineficaz. Bosnia y Kosovo son el ejemplo más reciente y flagrante. Casos que sobrepasan o se acercan a la década y que siguen inmersos en la parálisis económica, la indefinición institucional o el estancamiento social. Allí se aplicaron soluciones de choque que detuvieron contiendas presuntamente interminables, para dar paso a posguerras eternas. La mala gestión de las potencias o instituciones internacionales intervinientes se tapó con el perpetuo recuerdo lacrimógeno las tragedias de la guerra concluida: la detención del tiempo como recurso, el mismo que los afectados han utilizado durante años y los occidentales han criticado como "obsesión por la historia". Y ahí están los resultados: los serbios de Bosnia, por ejemplo, hubieran deseado la solución aplicada en Kosovo para los serbios de allí; y los de este país, han clamado muchas veces por la cantonalización que se aplicó en Bosnia. ¿Por qué en un caso se utilizó el recurso a la cantonalización y en el otro -a muy pocos kilómetros de distancia- ni se quiso oir hablar del asunto? No busquen respuestas de los policy makers y menos aún de los periodistas: no se explica, no se comenta, es terreno del doble rasero, esencia ideológica de las operaciones de intervención en el espacio ex otomano.

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miércoles, enero 17, 2007

NOTA: Mails cruzados sobre Pamuk

Yasar Kemal en su edad madura. Fotografía sin datar procedente de su blog









From: Andrés Mourenza Urbina
To: Wednesday, January, 16, 2007 15:04:30 +0100
Subject: Otro ex alumno, acerca de Pamuk

Hola profesor,


¿Qué tal va todo? Espero que bien. Por Estambul, todo sigue por estilo y por Turquía las elecciones y la posibilidad de que Erdogan sea presidente, ocupan prácticamente toda la información (hasta tal punto que el CHP de Baykal está ya pensando en bloquear la elección con su ausencia para que no haya quorum [en vez de seguir a ese ala más cabal que propone prepararse bien para las elecciones haciendo una alianza de todo el centroizquierda]).


(...)

Simplemente quería señalarle algunas aclaraciones acerca del post sobre Pamuk:
-Estoy de acuerdo en todo lo referente a esa relación de amor entre "El País" y Pamuk. Dicen que el amor ciega y es verdad: hace falta ser tonto o no haberse leído Estambul para que Juan Cueto llegue a decir en su entrevista de fin de año con Pamuk que éste "ha tenido una infancia difícil". Hombre, aparte de las discusiones paternas y de las peleillas con su hermano, ¿tuvo que arrastrar cárbón o vender pañuelos en la calle? El 90 por ciento de los niños de Estambul cambiaría su infancia por la del Nobel.

-El ínclito Juan Cueto sigue (a pesar de todo su entrevista es mucho mejor que la de Rosa Montero, al menos le pregunta sobre literatura) con la "persecución" que ha sufrido Pamuk. Recientemente el señor Pamuk dirigió un número del periódico "Radika"l, fue periodista por un día. Y además de aprovechar para dar leña a sus adversarios, recogió los casos de dos grandes escritores turcos (mucho más que él) que anteriormente fueron perseguidos en Turquía: Nazim Hikmet y Yasar Kemal. Supongo que para intentar compararse. Lo cual es absolutamente exagerado.

Nazim Hikmet se pasó un tercio de su vida entre cárcel y cárcel. Sin que ningún país occidental moviera un dedo para su defensa. Finalmente la unión de varios escritores internacionales (Neruda entre ellos) consiguió presionar para que se le liberase a los 50 años. Se tuvo que refugiar en la Unión Soviética, donde terminó sus días. Yasar Kemal, que también ha tenido el placer de visitar la cárcel, era el eterno aspirante al Nobel por parte de Turquía. En cambio parece que se le ha adelantado para siempre el señor Pamuk, porque dudo que otorguen dos premios seguidos a Turquía y al pobre Kemal no le queda mucho. Pero también debe ser más fácil conceder un Nobel a un apadrinado por Occidente que a esos otros dos, que se declaran comunistas.


Nazim Hikmet, Autorretrato





-De todas formas tengo que puntualizar algo de su artículo: Pamuk sí que es leído en Turquía, o al menos en Estambul. Entre las listas de ventas en turco Estambul, Nieve y El libro negro se encuentran entre los diez más vendidos. Y entre los libros más "fotocopiados", ya sabe, esos puestos de venta informales, el año pasado destacaba Estambul (y aún más Baba ve piç, de Elif Safak). Entre la gente que lee -aquí existe el mismo problema que en España- hay opiniones de todos los gustos. Yo conozco desde los que dicen que es un escritor mediocre (los menos) a los que les encanta (sobre todo hasta que escribió Nieve).

Pero con todo esto, la gente lo tiene como un tipo "rarito". Y esa es la fama que tiene: una persona introspectiva, que nunca salía de su refugio en Nisantasi, que ha tenido poco éxito en sus relaciones personales e incluso, como su alter ego de Nieve, un tanto "pajillero" (la expresión es de un amigo, liberal él y seguidor de Pamuk)


(…)


Un saludo desde Estambul,

Andrés Mourenza





Eli Safak. Fotografía procedente del blog de Pere Julià, "Crónicas otomanas"





From: Francisco Veiga Rodriguez
Subject: RE: Otro ex alumno, acerca de Pamuk
Date: Tue, 16 Jan 2007 15:44:26 +0000


Hola Andrés,

(…)

Gracias por tus puntualizaciones. La crítica a la que te refieres es culpa de mi apresurada redacción, porque me refiero a que es poco leído aquí, en España, no en Turquía [ya corregido en el texto]. Como bien dices, posiblemente Cueto no se leyó Estambul... ni ninguno de los que lo entrevistaron o reseñan. Pero se muy bien que, lógicamente [Pamuk] tiene su público en Turquía y que además éste es exigente, como creo que se deduce de lo que decía mi profesora, eso de que escribía para turistas. Lo afirmaba porque originariamente los turcos consideraban que Pamuk era "muy turco", muy suyo. De ahí, supongo, el berrinche de los últimos tiempos y el que muchos lo vean como un renegado.

No creo que Pamuk sea mal escritor (en absoluto), pero me parece que es víctima de su incontinencia. Desde pequeñito escribe y escribe durante horas y horas, (describiendo, más que analizando) y el resultado son esas novelas-río de la primera época, con mucha filfa detallista pero un pesado ritmo narrativo (o argumentos originales pero malogrados o mal planteados). Decididamente, Borges lo hacía mejor tanto en el plano formal como en el argumental.

También me da la sensación de que Pamuk está en plena evolución de estilo, y que el Nobel lo va a malograr, más que ayudarle a mejorar. Puede que ahora escriba "para estar a la altura" del premio y eso no es bueno, porque le restará libertad creativa, lo anclará en una evolución prefijada... En fin, ya veremos.

(…)

A lo mejor meto en el post de Pamuk tus puntualizaciones. ¿Te importa?

Hasta pronto,

FV

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domingo, enero 14, 2007

¿Es Pamuk el Cela turco?

















Fue hace unos meses. Un tío me gritaba algo desde otro coche; el tráfico era espeso en la autopista y avanzábamos muy lentamente. Resultó ser un antiguo alumno. "¿Escribirás algo sobre Pamuk en el blog?" -preguntaba. La escena era surrealista, y prometí que lo haría. Poco antes le habían concedido el premio Nobel al escritor turco. Pero pasó el tiempo y no le dediqué ni una línea. Quizás ahora es el momento porque comienzo a estar un poco harto. Ayer, en "El País" la separata dedicada a viajes abría con un reportaje titulado: "En Estambul, con el Nobel Orhan Pamuk", firmado por Miguel Aguilar. Pronto lo disfrazarán con modelitos para fografiarlo en la sección de modas o inventarán el sudoku Pamuk. Aunque todos los periódicos se hicieron lenguas del nuevo Nobel, en "El País" lo adoptaron. Han batido el record de entrevistas en las cuales el célebre autor no dice nada demasiado interesante, aparte de soltar sus célebres carcajadas cada dos o tres preguntas, y darle muchas vueltas a notables obviedades. Pero da igual: en el periódico ya se han llevado dos sonoros chascos con escritores mascotas. Primero con Peter Handke, a quien tuvieron que sacrificar; y este mismo verano, con Günter Grass. Pamuk no es germano, pero al menos vino inicialmente recomendado desde Alemania, publica en Alfaguara y por ello es el último grito en adopciones. Además, le va que ni pintado a las tendencias críticas con Turquía que "El País" se empeña en sacar a relucir con asiduidad. Para la línea oficial del periódico, los turcos deberían ser una especie de copia clónica de Pamuk que logró sacar partido de la melancolía nacional por el destino adverso, hasta convertirse en mimado de las editoriales europeas y auparse hasta el Nobel.

No deja de ser curiosa esta forma de ver las cosas porque hace tres o cuatro años, la pesadez narrativa de Pamuk no le hubiera resultada nada occidental ni moderna a muchos críticos. Recuerdo ahora el film turco "Uzak" ("Lejano") dirigido por Nuri Bilge Ceylan y estrenado en España en octubre de 2003. El protagonista es pamukiano: un intelectual estambuliota occidentalizado y de clase media, debatiéndose en dudas existenciales en un Estambul arrasado por la nieve. Por si no quedara claro el referente, es un gran admirador de los films de Tarkovski y el mismo ritmo de la película forma parte del homenaje al director ruso; y sin embargo, todo ello mereció el despectivo epíteto de "cine asiático de contemplación" en una crítica publicada en internet. Así que "Uzak" es oriental, pero El libro negro, sobre el cual incluso muchos admiradores turcos opinan que le sobran ciento y pico páginas, es la obra de un intelectual moderno y occidentalizado.




Cartel de "Uzak" ("Lejanía") que refleja con precisión el tono narrativo del film. La fotografía, que es del mismo director (a la vez guionista y productor) es muy bella y da una imagen inusual de Estambul para el visitante occidental


"En sus últimas obras Pamuk parece que escriba para los turistas"-opinaba el año pasado mi profesora de turco, que es medio kurda y muy crítica con el establishment oficial de su país. Cuando dijo esta frase, el laureado novelista ni siquiera había publicado Estambul. Y sin embargo, es su obra más digerible. Porque Orhan Pamuk no es un autor demasiado leído en España, seamos sinceros. Ahora se les llena la boca a muchos plumillas autóctonos, pero pocos, muy pocos, habrán tenido la paciencia de enfrentarse hasta el final, página a página a El libro negro o Mi nombre es Rojo; no digamos La vida nueva. Mi recomendación -y fue la que le hice a mi alumno en un mail posterior a nuestro encuentro en la autopista- es que comiencen con El astrólogo y el sultán (cuyo título real es El castillo blanco) y si logran digerirlo, pueden pasar a la obra más clásica de Pamuk. Que no es ni Estambul ni Nieve, obras quizá más oportunistas y "comerciales", las que mi profe definía como "escritas para turistas".

Puede dar la sensación de que considero que Pamuk no se merecía el Nobel; pero no es así. Todo lo contrario: me alegró el galardón porque supone que el gran público se acercará con mayor interés a la moderna cultura turca. Pero me hubiera resultado más convincente dentro de algunos años, dado que Pamuk aún no ha madurado como escritor. Algo similar decía Xavier Bru de Sala en una reseña muy valiente publicada en el suplemento "Culturas" de "La Vanguardia" el pasado 8 de noviembre y titulado: "Pamuk sospechoso". El autor opina que a partir de 1997 (con la concesión del premio a Darío Fo) el Nobel de Literatura ha dado un giro hacia la radicalidad, "a veces más ética que estética". Dado que ninguna opción está exenta de peligros, "el principal de la presente etapa es rebajar la exigencia en la calidad de la escritura a cambio de fijar posiciones éticas. Fue el caso del mencionado Fo. ¿Es también el del turco Pamuk?" Bru de Sala admite honestamente no haber leído nada del nuevo laureado. Pero con todo y ello opina que "aún suponiéndole un valor literario de primera magnitud, parece fuera de duda que sin el escándalo suscitado en su país por las declaraciones sobre el genodicio armenio, y la inadmisible persecución posterior a cargo de los tribunales de justicia de su país, Orhan Pamuk hubiera tenido que esperar por lo menos diez, sino veinte años, hasta llegar a las votaciones finales (...) ¿Puede hablarse de oportunismo por parte de ambos, el autor y la Academia Sueca? No quisiera pronunciarme de modo rotundo hasta haberle leído, pero no parecen nada infundamentadas las sospechas. Por si acaso, como todos aprenden de sus errores, mejor será, para cualquier escritor, insistir en la radicalidad estética".

En efecto, el Nobel de Pamuk ha levantado acusaciones de ser demasiado político, sobre todo en la misma Turquía. En una de sus últimas entrevistas publicadas en "El País", el autor denota una clara amargura por el trato que se le ha dado en su propia tierra. Y lo peor es que no se refiere a los sectores de la ultraderecha nacionalista o el establishment más reaccionario. En realidad cita acusadoramente a la prensa en general y a la "opinión pública". Los periódicos occidentales han hecho frente común con Pamuk y eso ha terminado de agravar la situación. Por lo tanto, algo chirría entre el laureado escritor y sus compatriotas: parece que no se comprenden ni se aceptan muy bien el uno a los otros y viceversa.


¿Ha podido usted con él? Portada de la edición española de El libro negro, publicado en turco en 1990



Desde aquí eso no se entiende y se toma como prueba de que el problema no está en Pamuk, sino en Turquía, que no es una sociedad moderna, sino algo parecido a una autocracia militar, una especie de Chile en los setenta donde es fácil ir a la cárcel por un mal chiste o un quítame allá esas pajas. La conclusión -y de ella se abusa con liberalidad- es que Turquía no es un país europeo ni un candidato a entrar en la UE. Pamuk contribuye echando leña al fuego: "Lo que es verdaderamente fatal para Turquía es que no tenga una democracia desarrollada. Eso sí que me importa de verdad. Lo de la UE me importa un pito, en tanto en cuanto en Turquía haya una democracia". Eso decía, por ejemplo, en una reciente entrevista concedida a Rosa Montero y que apareció una semana antes de que fuera publicada Estambul en España. Y en otro momento añadió (entresacado por el periódico): "En Turquía has de tener cuidado con las palabras. No es una sociedad occidental y te castigan por lo que dices". Conclusión final de los redactores de "El País" y derivados: ¿Cómo pueden ser los turcos tan cerriles para no caer de rodillas ante Pamuk? En realidad todos ellos deberían tomarlo como modelo de lo que debe ser un turco moderno en nuestros días. Y no les cabe en la cabeza otro enfoque. Pero sí que existe y precisamente desde aquí deberíamos entenderlo mejor que en otros países europeos.



Primero, en relación al espectáculo que se organizó en torno a las denuncias contra Pamuk. Algún que otro medio español llegó a escribir poco menos que Pamuk había obtenido el Nobel en la cárcel, cuando lo cierto es que las dos denuncias que se interpusieron contra él ni siquiera dieron lugar a juicio. Es verdad que en Turquía una parte de la judicatura tiende a la derecha conservadora, pero eso no es tan original. Precisamente, por estos pagos tenemos cierta experiencia similar con algunos jueces de la Audiencia Nacional, asunto que, por cierto, está de lamentable actualidad. Por otra parte, en ningún país democrático se puede impedir que cualquier ciudadano vaya y presente una denuncia contra otro por la motivación más carca que ocurrírsele pueda. El hecho de que las denuncias contra escritores como Perihan Magden o Eli Safak (entre otros) no hayan prosperado, parece probar que no hay una campaña consistente organizada desde el poder. Por cierto que en el mundo mediático hispano se acumulan las denuncias de los unos contra los otros por ofensas tan reales como irreales y mucho se iba a indignar buena parte de la ciudadanía si eso sirviera para respaldar la candidatura al Nobel de algún impresentable que todos tenemos en mente, por mucho que lo apoyaran desde cualesquiera país europeo o americano.


Ceremonia de concesión del Premio Nobel de Literatura a Camilo José de Cela, 1989




Por otra parte -y esto también ayuda a entender los parámetros del caso Pamuk desde aquí-, en internet aún se conservan los ecos de aquellos panegíricos que levantó la muerte de Camilo José Cela en 2002. En líneas generales, fue un fallecimiento lamentado, a pesar de la avanzada edad del autor y de que había acumulado los premios literarios más importantes de habla hispana y, él también, el Nobel de Literatura, en 1989. Pero hubo muchos que lo denostaron, incluso en el momento de su óbito. La cosa venía de atrás: sus extravagancias no siempre fueron bien entendidas, sobre todo aquellas más relaciondas con el simple afán de notoriedad y dinero. Existía un Cela vanidoso que siempre se consideró un genio e hizo lo que le vino en gana. Con los años, no llevó bien que nuevas generaciones le restaran notoriedad, y asomó cada vez más el viejo cascarrabias. Su obra literaria era realmente excelente, pero sus actitudes personales terminaron por distanciarlo del país. Para muchos era, simplemente, un "facha".

Finalmente, y apenas dos años después de su muerte, un historiador y colega de mi Departamento, el profesor Pere Ysàs, descubrió documentos según los cuales Cela había sido informador del régimen franquista y que en fechas tan avanzadas como los años sesenta, llegó a ofrecer consejos y asesoramiento al Ministerio de Información y Turismo, presidido entonces por Manuel Fraga. Ysàs publicó su hallazgo en el libro: Disidencia y subversión. La lucha del régimen franquista por su supervivencia (1960-1975), editado por Crítica en 2004. Pero la noticia tuvo tanto eco que hasta la publicó "The Guardian": "El novelista español y premio Nobel de Literatura Camilo José Cela, fallecido hace dos años, fue un informante del régimen fascista de Francisco Franco y en los 60 traicionó a los intelectuales cercanos a él"-podemos leer en una crónica publicada en la red por "El Mundo" (25.09.2004). Según rezaba la noticia, en un documento interno del citado ministerio, Cela sugirió los nombres de algunos escritores disidentes que podrían ser "subordinados, domesticados y reconvertidos". Era el año 1963, esos autores habían firmado una carta contra la represión de los mineros asturianos -también lo había hecho el escritor gallego- y Cela comentaba que algunos de los intelectuales eran ''recuperables si se les estimulaba publicando sus obras o mediante sobornos''. Entre ellos figuraba Pedro Laín Entralgo (!) que más tarde devendría director de la Real Academia.



Cela a finales de los años sesenta


Según la crónica, existió intencionalidad explícita en los comentarios del escritor. Cela "aconsejó", "relató al gobierno", "recomendó al régimen franquista", por lo que no parece que las afirmaciones fueran meros exabruptos casuales -muy característicos de ese autor- contra determinados colegas, recogidos sin él saberlo por algún chivato ministerial. Prometo preguntárselo a Pere cuando lo vea por el pasillo pero, de todas formas, el dato preciso posee escasa relevancia para este post. La anécdota, tergiversada o no, contribuyó a darle contundente consistencia al sordo rechazo que alentaba en España contra Cela. Muchos vieron confirmada la sensación epidérmica de que era un facha, un tiranuelo en lo íntimo o una persona tornadiza y poco íntegra en lo ético, convertido al final en el nombre de una fundación o una universidad de pago. Y así fue como la amarga causticidad que asomaba en el Viaje a la Alcarria o La colmena, regresó a sus orígenes en los ásperos torrentes de la mala leche hispana.

El escritor yugoslavo Ivo Andric, premio Nobel en 1961. Fallecido en 1975, su figura fue víctima de las pugnas nacionalistas durante la destrucción de la república: tras los debates sobre si era croata o bosnio, siguió el de su implicación en lo que se quiso ver como un temprano plan de limpieza étnica

Sí, es evidente que tanto en el rechazo de Cela como en el de Pamuk late la envidia, corrosivo pecado mediterráneo que los turcos consideran el peor de todos, y contra el que intentan protegerse con ese amuleto tan castizo consistente en un ojo azul de vidrio. O quizás estamos realmente ante la verdadera maldición de los Nobel. Ahí está Ivo Andrić, al que en 1999 pusieron a la altura del betún en Occidente cuando se aireó que como joven funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores yugoslavo había trabajado en un proyecto para deportar a la población turca de Kosovo, allá por 1938. O las críticas dirigidas a Neruda por sus loas líricas al stalinismo en aquellos tiempos en los que nadie cuestionaba al “Padrecito”. La vida e imagen de los Nobel pueden devenir azarosas; pero quizás ello es debido al empeño de la Academia Sueca por demostrar, ni que sea implícitamente, que el premiado es la esencia de lo mejor que posee un determinado país y sus ciudadanos. Y este espejismo –por lo que tiene de convertir al Nobel en espejo de virtudes- es no sólo cuestionable, sino incluso abusivo. Los turcos tienen hoy todo el derecho a dudar de eso, como en su momento lo ejercieron los españoles que consideraron a Cela un soberbio escritor, pero no necesariamente lo mejor que había dado el país y no había por qué identificarse con él como supuesto modelo intelectual, humano o político y, lo peor y más forzado, ético. Creo que entonces nos asistía el derecho a pensar así, de la misma forma que a una parte de los turcos –no necesariamente militares, nacionalistas o de extrema derecha- pueden hacerlo también ahora.




ADENDA


Carta publicada por "El País" el 14 de septiembre de 2005 y firmada por el autor del post


Vaya por delante mi rechazo a la obtusa postura de las autoridades turcas ante cualquier asomo de debate público sobre la cuestión armenia, que la pasada primavera ocasionó la cancelación de unas conferencias académicas sobre este asunto; y ahora, la denuncia contra el escritor Orhan Pamuk. Pero tampoco es como para rasgarse las vestiduras. En primer lugar, porque las declaraciones de Pamuk son ya del pasado 6 de febrero, y mientras la fiscalía de Sisli es la que ha persistido en la denuncia, la de Estambul la ha retirado al no considerar las declaraciones constitutivas de delito; por lo cual, el asunto parece tener componentes de show mediático a la vista del próximo 3 de octubre [Nota: Fecha en la cual la Unión Europeoa aprobó formalmente la candidatura turca]

En cualquier caso, algunas reacciones de las autoridades turcas no son producto del kemalismo, sino reflejo de aquellos años, no tan lejanos, en que desde altas instancias occidentales se les daban instrucciones concretas para que hicieran el trabajo sucio contra izquierdistas e islamistas. Eso fue precisamente lo que liquidó al kemalismo histórico y lo sustituyó por un militarismo que la OTAN se encargó de controlar y utilizar. Pero es que además, en el corazón de la muy democrática UE perviven distorsiones legalistas mucho más preocupantes que el asunto de Pamuk. Hace muy poco tiempo, el Tribunal Constitucional alemán denegó a España la entrega del presunto terrorista Darkazanli, y lo dejó en libertad, saltándose la aplicación de una euro orden, en base al hecho de que el acusado posee la nacionalidad alemana. Este mismo verano, Serbia accedió a la extradición del presunto terrorista Boucher a las autoridades españolas. ¿Quién hubiera imaginado una situación así hace pocos años?¿Qué hubiera pasado si Ankara o Belgrado se hubieran negado a extraditar acusados de terrorismo en base a los recovecos nacionalistas de sus respectivas legislaciones? Puede que Turquía no acceda nunca a la UE, aunque a lo peor es porque sus mismos fundadores, o la derecha europea, aliada con cierto nacional-progresismo de nuevo cuño, terminan por reventarla desde dentro, distorsionando las leyes que sus mismos gobiernos aprobaron y escondiendo los restos del estropicio bajo la pesada alfombra del doble rasero, de chillones colores populistas.

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