miércoles, junio 27, 2007

Perros














El viejo Bucarest, en proceso de destrucción durante los años finales del régimen de Causescu, Fotografía de Maria Bostenaru


La primera vez que constaté la especial relación que existe entre algunas ciudades balcánicas y los perros fue en Bucarest, tras la caída de Ceauşescu. Se decía que era lógico, que las obras de remodelación del centro viejo de la ciudad habían arrasado decenas de casas con patios y pequeños jardines. En ese tipo de vivienda era posible y hasta útil tener uno o dos perros, pero con las malditas obras, los vecinos habían sido enviados a vivir en bloques de apartamentos, donde ya no era posible instalar a unos canes que, además, llevaban años acostumbrados a vivir en un hábitat más libre.

Por lo tanto, los perros fueron abandonados masivamente y en las calles revirtieron en una forma de vida semisalvaje. Se organizaron rápidamente en pequeñas jaurías, perfectamente identificables en algunas zonas, muy cercanas incluso al centro neurálgico de Bucarest. En la desorganización administrativa que siguió al colapso del régimen, nadie estaba para ocuparse de los perros. Teniendo en cuenta que por entonces el alumbrado público de la ciudad era muy deficiente, que en invierno Bucarest suele ser gélida y que no abundaban ni siquiera las basuras para alimentar a los animales, el peatón podía encontrarse en situaciones comprometidas. Y eso fue lo me ocurrió en pleno mes de julio de 1990, una noche, en esas calles que comunican Piața Rosetti con el Bulevar Balcescu pasando por detrás del Inter, es decir, por Tudor Arghezi o Batistei, pleno centro de la ciudad.



Perro tumbado en una calle de Bucarest. Fotografía de Ilja C. Hendel













Nunca he tenido miedo de los perros, ni de niño; sólo respeto. Pero les aseguro que sentir cómo uno es seguido por un grupo de canes ladradores a lo largo de una calle en sombras, es una experiencia inquietante. Caminaba aparentando seguridad, sin volverme, pero los animales detectaban que mi aplomo disminuía a cada paso y que estaba sólo. No nos cruzábamos con otros peatones, no había ningún escaparate iluminado, no circulaban coches. Los ladridos de los perros se acercaban a mi espalda y en un momento determinado supe que si no les hacía frente podrían echárseme encima. Habían llegado a menos de tres metros cuando me giré, gritándoles para mantenerlos a raya. Eran un grupito de cinco chuchos hambrientos e irritados, quizá también asustados y entre ellos había de todo, aunque por suerte ninguno de más de veinte kilos o de razas peligrosas.

Los gritos y mi actitud agresiva me dieron algunos metros más de ventaja cuando reanudé la marcha, pero pronto volvieron a las andadas. La escena se repitió un par de veces. Entonces, no muy lejos de Rosetti, vi una papelera o algo parecido –quizás era un bidón, no recuerdo. Aceleré el paso, sin correr, llegué hasta el recipiente y les arrojé todo lo que puede sacar de allí: piedras, latas, cualquier objeto que pudiera convertirse en proyectil. Me guardé dos o tres piedras y apretando el paso (hay que procurar no correr) desemboqué por fin en una arteria más iluminada y transitada, que quizás era el Bulevar Carol I.


Vendedores de ovejas en las calles de Bucarest, 1932

















Con los años, el problema de los perros asilvestrados fue solucionado de forma sangrienta. Creo recordar que cuando fue alcalde de Bucarest (1996-1998), Victor Ciorbea organizó una campaña de liquidación de perros a gran escala, un verdadero canicidio. A pesar del recuerdo de aquella noche y aún reconociendo que los canes eran una amenaza para la salud pública, me apenó la noticia. Pero a pesar de todo, en esas calles de duro e irregular pavimento que aún quedan en Bucarest, sobreviven algunos chuchos, ayudados en algunos casos por vecinos caritativos.

La experiencia de aquel verano de 1990 volvió a repetirse en el glacial mes de diciembre de 2001. En aquella ocasión sólo fue un perro el que siguió mis pasos por una hermosa calle entre el Bulevar Lascar Catargiu y el Dacia, ladrando como un condenado. Pero esta vez no hizo falta que le plantara cara: de repente, se abrió la puerta de un jardincillo y una mujer, suboficial de policía, llamó cariñosamente al animal y lo calmó con una chuchería, palabra que deriva, lógicamente, de chucho. La presencia en aquel lugar de una oronda agente de uniforme se explicaba por el hecho de que el jardín o patio pertenecía a una comisaría, apenas visible por la noche.

Mientras tanto, ya había podido constatar que los perros eran especialmente queridos en otros muchos rincones del Sureste europeo. En Belgrado, por ejemplo, recuerdo los magníficos animales que llevaban sus propietarios al Studentski Park, en plena Stari Grad. Eran perros de raza, bien alimentados y criados, en pleno periodo del embargo internacional contra Serbia, en la primavera de 1993. Y seguí viendo animales magníficos a lo largo de los duros años que siguieron, hasta los aciagos días de los bombardeos y después, por supuesto. A los serbios les
gustan los perros; y a los griegos. También a los búlgaros, aunque mi amiga Svetla me advertía que fuera con cuidado por las noches, en aquellos brumosos días del invierno de 1999, que pasé en Sofia, cerca del Orlov Most. El fenómeno no llegaba a la categoría de lo ocurrido en Bucarest, pero en cambio circulaban rumores alarmistas que mezclaban a gitanos y “Balkans” que era, según creo recordar, el nombre más habitual por el que atendían los canes callejeros. Para ser sinceros, lo que más me atemorizó en aquellos días era la niebla, el frío húmedo y las calles absolutamente vacías de la capital búlgara.















Un caballo a la puerta de un bloque de viviendas en el barrio gitano de Selita, Tirana, octubre de 2000. Foto ERRC


En Tirana, los perros proliferaban sin control a finales de la década de los noventa. La ciudad estaba bastante sucia y se les podía ver comiendo tranquilamente en los containers volcados, que ningún camión de basura parecía interesado en recoger. Pero no eran agresivos, ni siquiera por la noche; por entonces, lo que daba miedo era cruzarse con algún ser humano en aquellas calles que, como en Bucarest, tampoco eran generosas con la iluminación. En algunas zonas, los vecinos aparcaban conjuntamente los automóviles y pagaban a algún vigilante para que los guardara durante la noche, con el Kalashnikov al hombro. Los grupos de amigos que salían a cenar regresaban a casa formando pequeños convoyes, se acompañaban unos a los otros hasta los respectivos domicilios, procurando que los dos últimos terminaran la ronda cerca de los suyos. En una de esas ocasiones, Artan y yo quedamos para el final, tras acompañar a Edlira hasta la casa de sus padres. El periodista albanés llegó conmigo lo más cerca posible de mi domicilio, pero aún así hube de atravesar varias calles desiertas y un inquietante solar. Por fin, cuando apenas me quedaban veinte metros para llegar al portal –sin puerta, por cierto- pude escuchar una especie de gruñido estremecedor, un sonido profundo y feroz, pero contenido. Nunca supe de dónde salió aquella exclamación interrogativa, emitida por un can enorme o vaya usted a saber qué monstruo galáctico aterrizado en la Tirana poscomunista. Apreté el paso y entré de cabeza en el portal, rezando para que no le hubiera dado a un can vagabundo por acunarse en mi camino.



Un lobo, obligado a convivir con un burro en Albania. El suceso provocó las protestas del Animal Liberation Front. De todas formas, cabe recordar que España es uno de los países donde más crueldades se comenten hacia los animales








Cuando le relaté la anécdota al escritor Bashkim Shehu (que me había cedido generosamente su apartamento en la ciudad) comentó riendo que los perros de Tirana no eran agresivos. ¿Por qué? Nadie parecía saberlo. Pero una madrugada me despertó el eco de unos disparos de arma automática. Al día siguiente, mientras tomaba el café, me dijeron que la policía se había liado a cazar perros a tiros. Al cabo de un rato, en uno de los principales periódicos pude ver a un conocido mafioso tumbado en una acera y chorreando sangre sobre el pavimento.

En los Balcanes existe una actitud afectuosa hacia los perros. Por decirlo de alguna manera, la gente vive junto a ellos y entre ellos de una forma más natural y fluida que en Occidente. Hasta cierto punto, el perro comparte el destino del resto de los vecinos. Y no sólo los canes. En un comic del esloveno Tomaž Lavrič se explica lo que ocurrió cuando uno de los cuidadores del zoo de Sarajevo decidió liberar a los animales, durante el asedio que sufrió la ciudad. Personalmente, recuerdo ver a un pequeño chucho sin las patas traseras: el dueño se las había sustituido con un par de ruedecillas, y el animal corría alegremente cerca de la Iglesia de los Franciscanos.



Dos perros se pelean en Srebrenica, Bosnia



Durante un tiempo pensé que una posible explicación estaba en la “actitud antimusulmana básica”: los pueblos cristianos de los Balcanes han terminado por preservar entusiásticamente pautas culturales diametralmente contrarias a las del islam. Por ejemplo, la preferencia que existe por la carne de cerdo en Serbia o Rumania. Así, el cariño por los perros sería un reflejo del rechazo que los musulmanes tienden a demostrar por ese animal, considerado impuro. Pero esa lógica facilona no es aplicable a los Balcanes y Turquía. Un buen día, leyendo el precioso libro de Philip Mansel dedicado a Constantinopla, encontré una pieza que ayudaba a cuadrar el conjunto (pag. 317 de la edición española):

“Otros pobladores, más pequeños, peludos y feos que las gentes de Constantinopla, también vivían allí. Desde el siglo XVI, miles de perros habían dividido la ciudad en distritos, cada uno controlado por una jauría con su correspondiente macho dominante. Vivían en la calle y prácticamente la limpiaban de cualquier tipo de comida y desperdicios. Los vecinos los alimentaban igual que a los pájaros y a los gatos, sobre todo los musulmanes, que les daban agua, pan, hígado y despojos que compraban a los vendedores ambulantes albaneses. También se hacía una especie de torta blanda especial para lanzársela a su paso. Sin embargo, en Pera y Gálata, se tenían que cuidar de los bastonazos y el veneno de los cristianos.

Las jaurías mataban o expulsaban a miembros de cualquier jauría rival que se internara en su territorio. No temían dormir en mitad de la calle, obligando a los habitantes de ese barrio a efectuar un rodeo. Mark Twain vio a tres perros que permanecían acostados en la calle sin moverse, mientras que un rebaño de ovejas pasaba sobre ellos. Los primeros tranvías iban precedidos por un individuo con un palo para apartarlos de la vía.


Perros de Estambul. Postal, 1878


Cuando el sol se ponía, haciendo que el Cuerno de Oro brillase realmente como tal, Constantinopla se desvanecía en la oscuridad como una aldea en el campo. En Pera y Gálata se encendían las lámparas de gas y los perros comenzaban a aullar. Un visitantes inglés escribió en 1850: “Los gañidos, aullidos, ladridos y gruñidos se mezclan en un único, uniforme y continuo sonido similar al de las ranas cuando se escucha a distancia”. Si regresabas por la noche andando a casa, un bastón y un farolillo de papel se hacían imprescindibles. Un marinero inglés borracho se cayó un noche en una calle de Gálata. A la mañana siguiente sólo quedaba su esqueleto.

Hay un refrán en Oriente Próximo que dice: “Una ciudad donde los perros no ladran por la noche es una ciudad muerta”. Los perros eran parte de la vida –y muchos creían que de la fortuna- urbana. Incluso desafiaron al mismísimo sultán. En una ocasión, Albülmecid los trasladó a una isla en el mar de Mármara. La protesta de los ciudadanos fue tal que se vió obligado a traerlos de
vuelta a Constantinopla

Philip Mansel, Constantinopla, la ciudad deseada por el mundo, 1453-1924, Ed. Almed, Granada, 2005


En la madrugada del pasado sábado, 23 de junio, falleció Cairo, mi perro, un alegre bóxer de seis años de edad, víctima de la lehismaniosis canina y la insuficiencia renal consiguiente. Todos aquellos que hayan tenido un animal doméstico saben lo que significa, literalmente, la expresión “perder a un ser querido”. In memoriam.

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sábado, junio 16, 2007

Dilemas de hierro















Base del PKK, montes Qandil: La subcomandante Sozdar Serbiliz, con el retrato de "Apo" Abdullah Öcalan

La primavera está a punto de concluir y nos encaminamos hacia un verano complejo para todo el Sudeste europeo, Asia Menor y Oriente Medio. La conquista de la franja de Gaza por Hamas parece la primera ficha de un dominó que puede tener su continuidad en una nueva intervención israelí en el Líbano, guerra civil en ese país, o incluso la extensión del conflicto armado a Siria. En los Balcanes, la crisis política en Rumania, país recién llegado al club de la UE, se toca geográficamente con unas estabilidad serbia que pende de un hilo y que cada vez tiene más que ver con lo que ocurra con Kosovo. La previsible proclamación de la independencia, sea de la mano del Plan Ahtisaari o por efecto de una acción unlietaral respaldada -ahora lo sabemos con total claridad- por George Bush puede tener consecuencias muy diversas, pero todas negativas.

Nadie quiere recordar que eso puede significar el fin del jovencísimo estado macedonio -Bulgaria ya ha comenzado a reaccionar expresando su malestar ante la previsible crisis que le afectará- pero también, por qué no, puede abrir de nuevo viejas puertas hasta ahora sólo entornadas. ¿Por qué Kosovo sí, y no la República Turca del Norte de Chipre? Si la antigua provincia serbia proclama su independencia respaldada por las potencias occidentales, a saber si Rusia se decidirá a reconocer la soberanía de la RTNC o se replantea la cuestión de su estatus, creando una nueva crisis en el seno de la UE.

Otro nuevo frente de problemas se sitúa en el Kurdistán iraquí, donde las tropas turcas amenazan con intervenir para terminar con los santuarios del PKK. La incertidumbre sobre lo que puede suceder es enorme, y a lo largo y lo ancho de la misma Turquía se cruzan apuestas y rumores sobre las posibilidades de que se produzca o no la intervención, cuándo, bajo qué forma y con qué efectos. Muchos turcos se encogen de hombros: al final no ocurrirá nada; otros incluso creen saber con precisión cuándo empezará todo.

Sigue más abajo la contribución de "El País" al debate, bajo la forma de editorial publicado hace pocos días. No estamos ante una de las piezas más brillantes de ese periódico, comenzando por el hecho de que su autor confunde a Massud Barzani con Mustafá Barzani, muerto ya en 1979 y que fue presidente del Partido Democrático del Kurdistan. No está mal el patinazo tratándose de un editorial. Por lo demás, quien se ocupó de redactar la pieza nos dice que una intervención del Ejército turco en el norte de Irak "destruiría las esperanzas que pueden quedarle a Turquía de ingresar en la UE" (¿en cuánto cifra el autor "las esperanzas que puedan quedarle a Turquía"?¿Un 60%, un 20%, quizás?). También nos dice que los EEUU deberían presionar al gobierno del Kurdistán iraquí para que impidiera las acciones del PKK con lo cual el Ejército turco "carecería de excusa" para intervenir.

¿Es realmente una cuestión de excusas? Es ampliamente sabido que una operación militar turca en el interior del territorio iraquí, no lograría liquidar un número significativo de fuerzas del PKK, dado que estas se retirarían hacia el interior del país. Ahora pueden hacerlo sin costes políticos ni militares: tienen de su lado al gobierno de Barzani y ya no existe un Ejército iraquí capaz de crearles problemas. Claro está, como dice el editorial de "El País", que ello le supondría a Ankara un enorme problema de respaldo internacional, dado que Washington (y no digamos Bruselas) rechazan de plano una injerecnioa de tal calibre en uno de los escenarios más explosivos del mundo, que precisamente los norteamericanos intentan estabilizar a toda costa.

La cuestión es que el periódico madrileño (y la gran mayoría de los analistas internacionales) aplican una relación costes-efectos de lógica occidental. Los militares turcos no están utilizando ese baremo, al menos en el planteamiento completo de su órdago, que no va dirigido de forma preferente contra el PKK, sino contra el gobierno del AKP. Desde ese punto de vista, poco le importarán a los generales las "excusas" que puedan quitarle los americanos o Barzani.

Por lo tanto, el editorial de "El País" se convierte en una especie de apelación, más que una pieza de conclusiones o análisis. Como tal, lógicamente, resulta bastante inútil. E ingenuo: si desean leer una pieza con mucha más calidad periodística, pueden dedicarle unos minutos al artículo que sigue, en este mismo post, publicado por "Herald Tribune" y firmado por Thomas Seibert. La idea esencial que subayace es la del dilema de hierro al que el ejército está sometiendo al ejecutivo del AKP: si Erdoğan rechaza intervenir en el Kurdistan será un flojo, su patriotismo quedará en duda y será tachado de amigo de los americanos. Por contra, si acepta y da luz verde a la incursión en fuerza, deberá asumir su parte de responsabilidad en el coste humano de la operación -víctimas civiles, errores colaterales, la posible ineficacia militar del plan y el tremendo desgaste de las relaciones con los Estados Unidos y, lo que es peor, con la UE. Quizá por ello, algunos pronostican que, ateniéndose al puro objetivo militar, el ataque podría ser lanzado en torno al día de las elecciones (22 de julio) porque de una forma u otra en esas fechas se dará un vacío de poder.

Así pues, ¿qué aporta el editorial de "El País"? Un ingrediente original: no descarga todas las responsabilidades en el Ejército turco, como cabría esperar hace poco, sino que pasa cuentas a los Estados Unidos y, atención, al régimen de Massud (que no Mustafá) Barzani. Y no es el único ejemplo de esta nueva forma de ver las cosas: véase también el amplio artículo de Juan Goytisolo, titulado: "Dos Turquías" y publicado también en "El País" el pasado 3 de junio.



La efigie de Massud Barzani contra la bandera del Kurdistan.







El País”, 11.06.2007

EDITORIAL- “Turquía amenaza”


Una de las pocas cosas que podría hacer aún más catastrófica la situación en Irak sería una invasión del ejército turco en el norte del país, el Kurdistán cuasi independiente desde el que los kurdos separatistas del PKK atacan objetivos en Turquía, causando numerosas muertes entre militares y civiles. Desde hace semanas, 150.000 soldados turcos, con artillería y blindados, acampan en la frontera, presionando al Gobierno de Tayyip Erdogan, islamista moderado, para que dé la orden de atacar.

La invasión de Irak abriría una gravísima brecha entre Estados Unidos y Turquía, que ya ha advertido a Ankara que no mueva un dedo; podría obligar a las fuerzas del miniestado kurdo a ayudar a sus hermanos y hasta a que interviniera el régimen de Bagdad, siquiera fuese formalmente, lo que sumaría otra guerra a la que ya libran Washington y el Gobierno iraquí contra la resistencia nacional y el terrorismo islamista en el país; destruiría las esperanzas que puedan quedarle a Turquía de ingresar en la UE y crearía un nuevo y lacerante antagonismo con todo el mundo árabe, recordándole cómo el Imperio Otomano había señoreado hasta 1918 esas tierras.

Pero eso no significa que Ankara no tenga una queja grave y válida contra la nación kurda, sea turco-separatista o gobernante en su zona de Irak. La Casa Blanca no quiere soldados turcos en el área, pero no hace nada para impedir las incursiones del PKK, ante las que también permanece de brazos cruzados el Gobierno kurdo de Mustafá Barzani. Por añadidura, hay poderosos argumentos internos turcos en favor de una acción militar. No sólo la pide el ejército, en la medida que una victoria jugaría en su favor en el forcejeo con Erdogan para defender lo que llaman la laicidad del Estado, que en la práctica es su preeminencia sobre las autoridades civiles, sino que el propio Erdogan, que ha convocado elecciones el 22 de julio como contraataque político, podría considerar saludable envolverse en el manto de la patria para derrotar al enemigo que amenaza la unidad del Estado turco.

Ante este complejo laberinto de pretensiones e intereses parece claro el camino. Estados Unidos y, sobre todo, el Gobierno kurdo deben suprimir, por la fuerza si es preciso, las incursiones terroristas contra Turquía. Y Washington, de paso, aclarar cuál es su política en el Kurdistán, siempre garantizando la unidad territorial iraquí. Así, el ejército turco carecería de excusas, a la espera, el mes próximo, de conocerse si los ciudadanos sostienen o no a un Gobierno de raíz islamista, pero de comportamiento democrático hasta la fecha.


El general Büyükanit contra un comando guerrillero del PKK. Fotomontaje











"The Herald Tribune", 13.06.2007

"The fatal attraction of invasion"


by Thomas Seibert


Scenes of pain and sorrow have returned to everyday public life in cities across Turkey. Flag-draped coffins of soldiers killed in clashes with Kurdish rebels are carried through the streets on their way to their graves.

At least 19 people have died in attacks blamed on rebels of the PKK, the militant Kurdistan Workers Party, since late May. The Turkish army is calling for an incursion into neighboring Iraq to destroy the rebels' camps and supply lines there.

The government has so far resisted public and military pressure for a push over the border. But time is running out.

The war between the PKK and the Turkish state started in 1984; some soldiers killed in the latest attacks were not even born then. More than a quarter of a century and nearly 40,000 deaths after the first shots were fired, the fighting is still going on.

It is not as intense as it was in the 1990s, when victims' funerals first became commonplace in towns all over Turkey. But it is heating up again after a lull following the capture of PKK leader Abdullah Ocalan by Turkish agents in 1999.

Today, the PKK is no longer fighting for an independent Kurdish state in southeastern Turkey. Instead, the rebels demand Ocalan's release and an amnesty covering all their leaders and fighters - something Ankara refuses to contemplate.

Calling on the government and Parliament in Ankara to grant permission to invade northern Iraq, Turkey's generals argue that thousands of PKK fighters hide, train and buy weapons there.

For years, Turkey has been asking Iraqi Kurds, who govern the north of the country, and the United States to do something about the PKK, but not much has happened. According to supporters of a Turkish incursion, military action by Ankara would therefore be an act of self-defense covered by international law.

The call to arms is, however, only partially driven by a genuine feeling of threat. A heavy dose of domestic politics is involved as well. The secularist Turkish army is ideologically opposed to the government of Prime Minister Recep Tayyip Erdogan, whose AK-Party is a champion of a new Muslim middle class.

The generals, who recently warned of a military coup in case one of Erdogan's friends should become president, would not mind seeing the AK-Party's share of votes plummet in elections scheduled for July 22. Pushing Erdogan into a corner over the Iraq issue might be a way of bringing this about.

If the prime minister refuses to give the green light for the incursion, he will be branded soft on national security and an ally of America - a label every Turkish politician wants to avoid these days.

If Erdogan does send the army into Iraq, responsibility for the heavy cost - in casualties, in inevitable problems with Iraq, the United States and Europe, and in a possible economic downturn - would be his, too.

So far, Erdogan has been playing for time, hinting that he is prepared to move into Iraq if need be, but not taking any action to convene parliament for a vote on the issue. But it is doubtful that he can sit on the fence until election day, especially if the PKK's attacks keep coming and Turkish losses keep rising. Meanwhile, the army is massing troops on the border and increasing pressure on Erdogan by continually repeating demands for a parliamentary go-ahead.

Even proponents of an incursion have to admit that the benefits of military action would be few. The PKK has had ample time to prepare for an attack and might even profit from it. There are reports that some rebels have retreated further into Iraq to avoid becoming targets for Turkish guns.

A Turkish move into Iraq could strengthen the PKK by allowing it to cast itself as a victim of Turkish aggression against all Kurds.

Several cross-border interventions by Turkey in the past have not succeeded in destroying the rebel group. Still, domestic pressure for an incursion is growing, and options to avoid it are limited.

One would be for the Iraqi Kurds to put pressure on the PKK to end its attacks in Turkey. Another would be for American or Iraqi forces to capture one or more leaders of the PKK, which is labelled as a terrorist organization by Washington, and hand them over to Ankara.

Steps like these would not end the PKK presence in Iraq, let alone solve the Kurdish question in Turkey. But they could help to prevent a wounded, angry and divided Turkey from throwing the whole region into a new crisis.

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martes, junio 12, 2007

George Bush, gran defensor de Europa contra sí misma














Comienza la cabalgata: Bush en Praga, con el presidente Vláclav Klaus



Estuvimos hablando unos minutos sobre la reciente cumbre del G-8 en Heiligendamm, donde el viernes pasado destacaba la noticia de que los tan manidos nubarrones de guerra fría entre Moscú y Washington se habían disipado en 45 minutos, tras el tête à tête entre Putin y Bush y la propuesta del ruso para instalar un sistema de control antimisiles avanzado en Azerbayán en las veteranas instalaciones de Gabala.

Desde hace unos meses, los periodistas parecen obsesionados por el posible retorno de la Guerra Fría entre Rusia y Occidente. Entra en el divertido concepto de la paleopolítica, acuñádo por Manuel Rivas en "El País", hace un par de días. Pero a la hora de la verdad, cuando parece que están entrando en punto de ebullición, las cosas no van a más: asuntos que hace pocos meses preocupaban enormemente, aparecen y desaparecen como el Guadiana, y finalmente se esfuman (¿por dónde vamos en el novelón sobre el polonio?). Quebraderos de cabeza aparentemente muy graves, se solucionan en la sombra o quién sabe (¿siguen existiendo problemas con el suministro de crudo a través de Bielorrusia?).

Mi teoría es que el retorno a la Guerra Fría como la vivida durante la segunda mitad del siglo XX es muy difícil, porque entonces la división bipolar del mundo era casi total, basada en el enfrentamiento entre dos modelos políticos y socioeconómicos diametralmente opuestos y enfrentados entre sí. Hoy, el nivel de inversiones occidental en Rusia y China es enorme, así como los negocios de todo tipo que se hacen en estos países. Una crisis política o militar seria entre Rusia y la UE o América, supondría una quiebra financiera y económica de primer orden para la economía y la sociedad occidentales: recemos porque no sea así, en vez de explotar informativamente cualquier rumor o incidente para tirar del “filón” guerra fría, sacar adelante la crónica del día y embolsarnos unos euritos.



















Se esperaba un duelo Jruschov-Eisenhower, y al final hubo un abrazo afectuoso...


La respuesta de Ramon Company, mi amigo e interlocutor en COM Ràdio cada viernes, no carecía de peso lógico: ¿Si no hay una situación de guerra fría entre Rusia y Occidente, qué pintan ahí los sistemas de alerta temprana y antimisiles que los americanos proyectan instalar en Polonia y Chequia? Y en efecto, esa es la pregunta del millón: ¿Hacia dónde apunta realmente el escudo antimisiles que proyectan los norteamericanos? Irán no es una amenaza nuclear real para Europa y blancos más lejanos aún, como América. Corea del Norte lo es menos todavía. Puede que lo sean dentro de algunos años, pero aún así, y para entonces, Bush no estará ya en la Casa Blanca y a esas supuestas amenazas pueden añadirse otras, ahora imprevisibles. Por lo tanto, ¿a qué viene tanta prisa, por qué arriesgarse a fricciones con Rusia?

En efecto, puede ocurrir que para los estrategas norteamericanos que respaldan la idea, el peligro sea Rusia. Pero en ese caso, parece dudoso que un escudo defensivo centrado en Polonia-Chequia sea suficiente para la capacidad nuclear que aún conserva esa potencia y que puede ampliar en el futuro. Y si fuera así, no tiene mucho sentido andar mareando la perdiz con Putin, invitándole a que participe en el programa y aceptando su propuesta sobre la base de Gabala. Por último, si realmente el escudo antimisiles estuviera enfocado hacia Rusia, Putin tendría toda la razón del mundo en mostrarse molesto e incluso airado. A los norteamericanos no les haría ninguna gracia que Rusia instalara un sistema parecido en Corea del Norte, por ejemplo. O en Turquía, si a este país le diera por abandonar la OTAN, tal como aseguran algunos rumores alarmistas en los últimos tiempos.


...y muchas sonrisas, parabienes e invitaciones, como en otros encuentros Putin-Bush. Estos dos se entienden mejor de lo que parece













Si el escudo antimisiles apunta a Rusia, quien está jugando sucio es Bush, y no Putin. Pero por estos pagos, nadie cuestiona que el americano es “de los nuestros” y actúa animado por excelentes intenciones, mientras que el ruso es un tipo siniestro del que uno no se puede fiar. No deja de tener su gracia que esto se plantee así casi al mismo tiempo que el investigador especial del Consejo de Europa, Dick Marty, revelara hace muy pocos días que existió un acuerdo secreto entre varios países europeos, la OTAN y la CIA para capturar y trasladar de forma clandestina a supuestos “combatientes enemigos” de los Estados Unidos. Algunos de los países implicados lo han negado con pasión el mismo viernes, 8 de junio. Pero el muy serio trabajo de Marty viene avalado por 19 meses de investigaciones, el testimonio de 30 oficiales de inteligencia europeos y un sofisticado análisis por computadora del sistema de planificación de vuelos internacionales.

No es menos irónico que nuestra prensa, tan necesitada de una nueva Guerra Fría, no dude en volver a asumir razonamientos propios de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, sobre todo después de constatar diariamente la increíble capacidad de Bush y los suyos por meter la pata cada vez más a fondo, por ejemplo en Irak. Pueden echar un vistazo a la última y genial idea :
armas a milicias suníes en Irak para que se enfrenten a Al Qaeda, uno de esos operativos para fomentar la guerra civil que, al parecer, ya se está experimentando en Líbano. Incluso en su propio país se están dando cuenta de que George Bush es un desastre ambulante y eso le costó a los republicanos, ya hace bastante meses, perder la mayoría en el Congreso. Y el último proyecto legislativo del presidente, la ley de inmigración, acaba de ser tumbada por el Senado: ese es el panorama que el espera a su regreso del triunfal viaje por Europa.






Y continíua el periplo: en Varsovia, incluso Bush no puede evitar un gesto de desconcierto. Mandatarios gemelos, "Teletubbies" homosexuales... ¿Seguro que los misiles deben estar situados aquí?








No falta quien opine (y no desde periódicos de la más rancia derecha, precisamente) que Putin está utilizando el asunto del escudo antimisiles para dividir a los europeos. Eso podría tener su lógica si fuera Putin quien anda dando la brasa por aquí y por allá para instalar el tinglado en Polonia y Chequia. Pero es que resulta ser George Bush quien ha impulsado esta copia encogida de la gloriosa “Guerra de las Galaxias”, aquel enorme y exitoso engaño imaginado por su antecesor Ronald Reagan. No harto con armar un trágico e innecesario lío en Irak y Medio Oriente, pretende complicarnos la vida para disimular lo mal que se le da la política exterior y relativizar los éxitos de los demás. Por lo tanto, nos ponen el carro delante de los caballos y aplaudimos. El amigo americano nos da una patada en el culo y nosotros damos las gracias, parafraseando a Tristan Tzara, el poeta y fundador del dadaísmo.

No sabemos si el dichoso escudo antimisiles llegará a ser instalado algún día; pero de momento, apunta a Europa, no lo duden. Ni hacia Irán, ni hacia Rusia, y menos aún Corea del Norte: somos nosotros sus objetivos. Porque una de sus funciones principales es desunir estratégicamente a los europeos impidiéndoles múltiples y provechosas formas de acercamiento a Rusia, que forma parte del mismo continente. Y eso le interesa a los Estados Unidos de América. El día en que Europa logre algún acuerdo sólido y a largo plazo con Rusia (no necesariamente el ingreso en la UE, algo que de momento resulta impensable), tendrá muy pocos rivales económicos a escala mundial. En realidad, puede ser la forma de consolidar definitivamente la integración, incluso a escala política y convertir a la Unión Europea en una superpotencia con política exterior propia y coherente a la vanguardia de las conquistas sociales y las formulaciones políticas más progresistas e innovadoras. Y por supuesto, ese será el momento en que Europa pueda influir más provechosamente en Rusia, conjurando con éxito cualquier asomo de tentaciones autocráticas y contribuyendo a la modernización social del país-continente. Pero nada de eso será posible mientras Bruselas no logre meter en cintura a miembros como Polonia, Estonia o Lituania, que fuerzan por su cuenta y en beneficio exclusivamente propio, fricciones y crisis con las potencias de la periferia europea, y se convierten motu propio en excelentes peones de Washington.


















Más sonrisas a medias del americano, esta vez en Tirana. No es de extrañar, ante la mueca casi feroz del turbulento Sali Berisha. Se cumplen diez años de las estafas piramidales en Albania, 1997. Por entonces, el actual primer ministro era presidente



La UE está desunida a priori, y Bush fuerza sus contradicciones. Y si cabe alguna duda, vean los destinos de su periplo una vez concluida la reunión del G-8. En Italia anunció el objetivo de la ronda: presionar por la independencia de Kosovo, anunciar a diestro y siniestro que Washington va a secundar activamente el Plan Ahtisaari si este se impone, o reconocer la soberanía de la provincia si ésta es proclamada unilateralmente por los albaneses. Sabedor de los problemas que eso puede generar en el entorno cercano de Kosovo, visita Italia, Albania y, cómo no, Bulgaria. Estos dos últimos son países en los que se admira sin límites a los americanos, tanto que, como dice irónicamente un diplomático español, buen conocedor de la zona, podrían optar por pedir el ingreso en los Estados Unidos de América “y así nos dejarían en paz a los europeos”. No sería mala idea, porque tanta devoción filoamericana no les ha reportado precisamente grandes beneficios a los primos del Este: normalmente, quien paga las facturas de los créditos estructurales, quién contribuye a estabilizar sus economías, o quien les tapa sus pecadillos debajo de la alfombra es la mitad rica de Europa. Es cierto que también se buscan allí beneficios, pero si esos países tuvieran que despertar el interés de los inversores norteamericanos por su cuenta y riesgo, necesitarían hacer un esfuerzo más imaginativo que el de las rendidas pancartas de bienvenida a Bush.

Como se apuntaba más arriba, el trapicheo del presidente norteamericano con el asunto de Kosovo es un verdadero abuso que, una vez más, no parece estar generando apenas reacciones de la prensa europea. Bush ha ido a tranquilizar a los italianos (y a proclamar allí mismo la idea de lo que quiere) a reconfortar a los albaneses y a prevenir a los búlgaros, pues sabe perfectamente que un Kosovo independiente puede terminar rebajándole una buena tajada a Macedonia, y es un país que sus vecinos orientales consideran una mera provincia propia que habla un dialecto del búlgaro. El presidente norteamericano ha hecho todo esto para tocarle las narices a Rusia: no funcionó del todo bien el asunto del escudo de misiles (Putin le sorprendió visiblemente con su propuesta sobre la base de Gabala, en Azerbayán) pero Bush ya ha proclamado a los cuatro vientos que de nada le servirá a los Moscú oponerse a la proclamación de la independencia de Kosovo en el Consejo de Seguridad.
















Final del rodeo: el presidente Parvanov no es de los más entusiasmados con el apretón de manos. Sabe la que se le viene encima con la indepedencia de Kosovo


Visto lo cual tampoco sería una mala solución en relación a las consecuencias legales, políticas y diplomáticas que tendría el reconocimiento por la ONU de la soberanía de una provincia desgajada de un estado soberano. Si va a ser uno de los presidentes más nefastos que han tenido los Estados Unidos el que se encargue de la explosiva tarea, mejor que mejor. Tendría su gracia que algunos de los más célebres luchadores del soberanismo a destiempo en el viejo continente se vieran obligados a ir a Washington a fin de pedir respaldo para sus proyectos al amigo americano. Aunque, vistos los enjuagues y líos que se traen los americanos por Oriente Medio y Líbano, haciendo juegos de trileros con los nuevos enemigos, las viejas amenazas y las armas de destrucción masiva inexistentes, se admite cualquier apuesta: hagan juego.

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domingo, junio 10, 2007

También hay noticias de la turkestroika

















Imagen nocturna del moderno bario de negocios de Levent, Estambul

En medio de convulsos boletines de noticias y crónicas que van y vienen sobre atentados del PKK (u otros grupos violentos), acumulación de unidades militares en el Sureste y mil y una imágenes de inestabilidad que le vienen como anillo al dedo a unas determinadas agencias de noticias poco favorables a Turquía, sorprende encontrar la crónica que sigue, editada por "Prensa Latina" y firmada por Antonio Cuesta.

PRIVATIZACIONES AVANZAN EN TURQUÍA

Antonio Cuesta


Estambul, 10 jun (PL) Acosado por la oposición política y el ejército, el gobierno turco ha mostrado en pocos años su apuesta por el modelo neoliberal, abriendo el país al capital extranjero y minando con ello los intereses económicos del denominado sector secular.

Esta es una de las razones, y no la presunta agenda islamista [subrayado de este blog], que explica la intensa campaña desatada por la elite laica en su contra, ante la amenza de lo que podría ser el fin de décadas de hegemonía política y económica estatal.

De acuerdo con Osman Demirci, vicepresidente del gubernamental Consejo de Privatización, citado hoy por la prensa, en las dos décadas precedentes al gobierno del primer ministro Recep Tayyip Erdogan las privatizaciones rondaron la cifra de ocho mil millones de dólares.

En estos cuatro últimos años en el poder del Partido de Justicia y el Desarrllo (AKP) de Erdogan, esta cifra alcanzó los 18 mil millones, pero no es más que el comienzo, observó el alto directivo.

Demirci mostró con orgullo un informe del Banco Mundial en el que Turquía ocupa el segundo puesto en cuanto a volumen de privatizaciones durante el periodo 2004-2005.

Los sectores de la energía, transportes e infraestructuras pasarán a manos privadas, mientras el gobierno hará todo lo que esté a su alcance para facilitar esa tarea, apuntó.

Gracias a estas ventas del patrimonio nacional al mejor postor, Turquía vivirá el mayor proceso desnacionalizador de su historia.

Demirci afirmó contar con una larga lista de compañías extranjeras dispuestas a hacerse con el sector de la energía, aunque indicó que empresas nacionales tendrán preferencia en el proceso de adjudicación.

En lo que respecta a los transportes, recordó que el puerto de Izmir (el primero en cuanto a volumen de mercancias) fue adjudicado a Hutchinson Holding, radicado en Hong Kong, a cambio de mil 275 millones de dolares.

El mismo camino espera al complejo petroquímico de Petkim y a los puertos de Mersin y Derince, para los que ya han mostrado su interés Hutchinson y otro grupo con sede en Singapur.

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miércoles, junio 06, 2007

Habana-Ankara















Carros de combate M-60 turcos transitan en las inmediaciones de la frontera con Irak, a comienzos de este mismo mes

Turquía está inmersa de lleno en el ambiente político de una precipitada campaña pre electoral, que se desarrolla como un chorro a presión. En medio de esa situación, el PKK ha irrumpido en el proceso electoral con sendos atentados, el último en Tunceli. Los militares, también se han incorporado a la vida política. No es un fenómeno tan nuevo en la presente legislatura: ya hicieron ruido en 2003, por boca del presuntamente moderado general Jefe del Estado Mayor, Hilmi Özkök. Pero en los últimos meses, su injerencia ha subido de tono y frecuencia, ya desde la protesta expresada en diciembre por el general Bÿükanıt ante las tímidas propuesta del primer ministro Erdoğan por encontrar una salida al contencioso de Chipre.

En los últimos días han estado creciendo los rumores de una intervención inminente del Ejército turco en el Norte kurdo de Irak. La operación podría reproducir la llevada a cabo en 1995, con 35.000 soldados respaldados por material pesado y aviación, que provocó una muy
dura condena del Parlamento Europeo, tanto por la violación de derechos humanos como por el hecho de que el Norte de Irak era, por entonces, zona de protección de las Naciones Unidas. En la actualidad, las repercusiones de una ofensiva unilateral a gran escala, con ocupación a tiempo parcial de territorios, podría tener todavía repercusiones más graves, por cuanto todo Irak es ya zona de guerra entre las tropas de la coalición aliada y fuerzas de la resistencia, locales e internacionales. Un choque militar directo entre tropas turcas y milicias kurdas iraquíes respaldadas por fuerzas americanas, daría lugar a un escenario bélico de difícil resolución. Y debe tenerse en cuenta que uno de los objetivos del Alto Mando turco parece ser “castigar a Barzani”, y no solamente al PKK.



El presidente George Bush recibe a Massoud Barzani en la Casa Blanca, octubre de 2005














En todo este asunto cabe resaltar el decidido respaldo político del gobierno Erdoğan a la presión militar. El ministro Gül ha planteado con firmeza el derecho de su país a actuar contra los milicianos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en el norte de Irak. «Les he dicho claramente que Turquía tiene derecho a tomar cualquier tipo de medida en caso de sufrir cualquier movimiento o acto terrorista en su frontera», declaró Gül tras un encuentro en Ankara con el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Frank Walter Steinmeier; el comisario europeo para la Ampliación, Olli Rehn, y el secretario de Estado portugués de Asuntos Exteriores y Cooperación, João Cravinho.

Dado que la UE considera que el conflicto kurdo (y en él la cuestión del PKK) no puede ser resuelto por vía militar, y que Steinmeir salió de la reunión rezongando sobre la necesidad de que Turquía cumpla sus compromisos para con Bruselas, todo este asunto pinta mal para los intereses de Ankara. Por ello, tiende a sorprender la actitud del gobierno del AKP. Los analistas apuntan a que quizá busca poner la situación de emergencia militar como excusa para aplazar las elecciones. O bien, que intenta volver a forjar un pacto de complicidad con los militares, roto por el asunto de la elección presidencial a finales del pasado mes de abril. Como se sabe, la directiva del AKP había pactado con círculos militares la designación como candidato presidencial de tres posibles personalidades del partido, de escasa proyección islamista. Pero en el último momento, debido a la presión de las bases más radicales del partido, personificadas en el presidente del Parlamento, Bülent Arınç, se acordó proponer a Abdullah Gül. De ahí, supuestamente, la incomodidad de los militares expresada en el denominado “e-golpe” del 27 de abril.


El primer ministro Erdoğan conversa con el general Bÿükanıt tras un acto público








Por lo tanto, el decidido respaldo a una breve aventura militar en el norte de Irak, con la destrucción de los santuario del PKK y la humillación –ni que fuera parcial- del gobierno de Barzani, que ya habla como si existiera un estado kurdo soberano, restañaría heridas con la consiguiente ganancia de aplomo para el gobierno de Erdoğan; pero también para los uniformados, que se vienen sintiendo vilipendiados, marginados y desvalorizados por todo le mundo: la UE, los norteamericanos y hasta el propio gobierno turco.

Hasta aquí, un juego peligroso en el filo de la navaja, pero al menos con actores habituales. Alguien puede sorprenderse de que militares supuestamente kemalistas e islamistas, por muy moderados que sean, logren alcanzar alguna forma de complicidad. Pues a lo mejor se equivocan, porque en el pasado reciente, durante la Guerra Fría, el Ejército turco propició el resurgimiento de un islamismo controlable como forma de contrarrestar la presión de la izquierda radical. Esto sucedió tras el golpe de 1971, pero lo impulsó sobre todo en general Evren tras el de 1980. Y recordemos que en la guerra sucia contra el PKK, las fuerzas de seguridad utilizaron los servicios del muy radical Hezbollah turco, un episodio muy turbio pero muy real acaecido en los años noventa. Por último, deberíamos considerar que la base anti islamista del laicismo turco es de origen religioso, de la misma forma que en ocasiones, las furibundas reacciones antirreligiosas de la izquierda española hunden sus raíces en la intransigencia de la tradición católica.

Y en eso llegó Fidel: en medio de la situación, irrumpe inesperadamente en el escenario una delegación del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba (CITMA) que se reunió anteayer con su contrapartida turca (TUBITAK) para establecer vínculos de colaboración. Aparentemente se trata de una visita meramente técnica a fin de intercambiar experiencias y establecer mecanismos de colaboración en materia medioambiental. Yadira González recordó que Naciones Unidas acababa de aprobar un programa para el desarrollo de energías renovables en Cuba, cuya financiación se prevé cuente con el apoyo de Turquía.



Fídel Castro Díaz Balart, imagen de archivo. El parecido con su padre llegó a ser sorprendente








Sin embargo, el acto tiene lugar poco antes de las discusiones sobre el cambio climático que debería llevar a cabo la reunión del G-8 en Alemania y en el cual se ve venir que el presidente Bush no va a aportar grandes novedades en relación a las posturas norteamericanas. La presidente de la Agencia del Medio Ambiente en Cuba, Gisela Alonso, barrió para casa detallando las prioridades cubanas en desarrollo sostenible, lo avanzado de su legislación al respecto y la red de instituciones encargadas de cuestiones conexas con el medio ambiente con que cuenta la isla.

Pero es que, además, también visitó Ankara el hijo mayor del máximo líder cubano, Fidel Castro Díaz Balart que es, tomen nota, presidente del Centro de Investigaciones Atómicas de Cuba. Tuvo un encuentro con el viceprimer ministro turco Abdullatif Sener “para intercambiar experiencias sobre ese sector energético”, dice la nota de Efe. El cubano también se reunió con instituciones y funcionarios turcos vinculados con la energía nuclear. Y a cambio, el islamista Sener afirmó que “el marxismo ha dado una identidad a Cuba”, confesó que el viaje realizado el año pasado a la isla le había impresionado profundamente y regaló a Fidel Castro Díaz Balart un retrato del Ché Guevara (¿?).

No se trata de pensar en complots ni cosas raras. Pero parece evidente que, aún contando con que estos actos no se improvisan, esta historia difícilmente es una inocente reunión técnica. Puede que se haya incorporado algún elemento de última hora (como la visita del hijo de Fidel) o que el guión haya sido parcialmente reescrito. Pero da toda la sensación de que el gobierno turco le ha dedicado una oportuna mueca de burla a los americanos. En un momento en el que “Condi” Rizze vuela de aquí para allá hecha una hidra, largando desplantes a diestro y siniestro y
regañando a “Migüel” [Moratinos] por lo que ella entiende es pusilánime política del ejecutivo español hacia Cuba, los turcos se permiten el lujazo de hablar de política nuclear con el hijo de Fidel Castro. Y eso en plena histeria USA con respecto al programa nuclear iraní y los estrafalarios proyectos para crear un eje del Mal Teherán-Caracas. ¿Si Washington apoya a los kurdos, Ankara lo hará con los cubanos? La cosa se pone interesante.

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domingo, junio 03, 2007

NOTA: ¿Se está fabricando un nuevo Eje del Mal?















Panorámica de los tanques de combustible del aeropuerto internacional JFK de NY



En las últimas veinticuatro horas han saltado a la actualidad informativa dos noticias de alcance que parecen continuar la línea argumental del último post publicado en este blog. Primera: el supuesto complot para atentar contra el aeropuerto JFK de Nueva York a cargo de una “célula terrorista de extremistas musulmanes muy persistente” –definición del portavoz del FBI. Según la fiscal del distrito Este de NY, Roslynn Mauskopf (es imposible evitar alguna broma sobre lo que sugiere la traducción de ese apellido) se trata de uno de los “complots más escalofriantes que se pueda imaginar”.

La descripción de la trama, componentes, objetivos supuestos, reales o imaginarios del rocambolesco complot no tienen que ver con la temática de este blog. Pero sí algunos datos que, de pasada, conectan la noticia con la situación en Oriente Próximo. Primera: las sucesivas crónicas no relacionan a los detenidos con Al Qaeda. El portavoz del FBI no lo hizo, aunque tampoco parece haberla negado.

Segundo: de los detenidos, dos son de Guayana y un tercero de Trinidad y Tobago. Se busca a un cuarto integrante de la “célula” que también sería de Guayana. Esto quiere decir Caribe, y esos países se sitúan muy cerca de Venezuela. Como recordarán, ya hace meses que determinados foros e incluso agencias de noticias insisten en la posibilidad de que el Irán de Ahmadineyad y la Venezuela de Chávez hayan forjado una turbia alianza que va más allá de acuerdos en la venta de crudo; el último grito parece ser la rutilante aparición de Hezbollah (recientemente investido como "grupo terrorista más peligroso del mundo") por el Caribe.

Casi todas las crónicas publicadas en la red y en la prensa son copia de un par de noticias de agencia y repiten los mismos datos una y otra vez, pero rastreando con cuidado podemos encontrar un detalle interesante: “Isha Kadir, la esposa del sospechoso [Abdul Kadir], dijo que su marido voló a Trinidad el jueves y fue detenido el viernes al abordar un vuelo desde ese país a Venezuela, donde planeaba recoger una visa para asistir a una conferencia islámica en Irán” –podemos leer en una crónica publicada en red por “Univisión” el 3 de junio a las 09:43 ET. De todas formas, el detalle ya saltó a la red durante el día de ayer, nada más conocerse la noticia.

Abdul Kadir es un antiguo parlamentario de Guyana, mientras que el resto de los acusados pertenecerían a la organización afro-trinidaria Jamaat al Muslimeen, grupo que parece centrar su atención e intenciones en la situación interna de la isla, aunque especulaciones altamente alarmistas de hace dos años consideraban la posibilidad de que células terroristas pudieran atacar el canal de Panamá desde el Caribe.

Para concluir, algunas declaraciones de expertos ya están quitándole hierro al “escalofriante” complot. En crónica de “La Vanguardia” de hoy mismo: “El portavoz de la compañía [que gestiona los depósitos de combustible del JFK], Roy Haase, restó importancia a los supuestos planes de atentado, al indicar que el conducto [contra el que se pretendía atentar] está enterrado casi por completo y no contiene oxígeno, un elemento indispensable para provocar un estallido. "Decir que el conducto iba a estallar simplemente no es posible", agregó Haase, que opinó que si lo que estallara fuera un tanque de combustible los daños se limitarían a las cercanías de ese tanque, no al conducto en sí.”

Por lo demás, el ejército libanés se enfrenta a un nuevo foco de insurgencia palestina radical en otro campo, el de Ain el Helu donde, según Seymour Hersh en su artículo del pasado mes de marzo, también llegaban “ayudas” de círculos cercanos al gobierno de Siniora. Parece que el Ejército libanés está aprobando el primer examen contra al Fatah al Islam; veremos cómo le va con el segundo y si pronto estará preparado para misiones de más calibre.

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