domingo, octubre 25, 2009

¿Una crisis de 1962 resuelta a la inversa?


















Batería de S-400 en estado de revista. Aparte de la eficiacia de los proyectiles en sí, los sistemas de radar y guiado descollan por su precisión

Aunque resulta cada vez más evidente que la calidad de "El País" deriva en proporción inversa a las subidas de precios del periódico, todavía se pueden leer buenos reportajes, como los de Ángeles Espinosa sobre la crisis en Asia Central; u opiniones razonables sobre los conflictos en esa zona, como las de Miguel Ángel Aguilar o Lluís Bassets; a ello se añaden las magistrales opiniones de "El Roto" hechas caricatura.

Otra cosa son las ocasionales piezas de Carlos Mendo, que parecen obedecer a esa extraña filosofía del periódico madrileño según la cual siempre ha de estar presente en sus páginas la pluma de algún reaccionario. Sin embargo, el problema de Mendo no es que el lector habitual sospeche que su presencia sería más adecuada en un periódico francamente de derechas; al fin y al cabo, sin llegar a los extremos de Hermann Tertsch en su incomprensible larga carrera en "El País", no está mal que podamos leer las opiniones de lo que a veces parece un partidario tardío de McCain. La cosa es que el veterano periodista y ex responsable de Internacional del rotativo de PRISA, parece suponer que los lectores somos un poco tontos.

Por ejemplo: es de esos que cada cierto tiempo opinan que "Occidente se juega mucho" aquí y allá. Hace unos pocos años, Occidente se jugaba mucho en Kosovo. Ahora la pasa lo mismo en Afganistán, lo cual induce a sospechar que Mendo es de los que confunden Occidente con la OTAN y los jaleos en los que se mete esa organización en los últimos años, para dejar fuera de juego a la ONU. En realidad, el hecho de que Mendo fuera en su día
un firme partidario de la intervención en Irak, alcara bastante sobre algunas de sus opiniones actuales.

Veamos los argumentos que utiliza. El 18 de septiembre de este mismo año escribía que la retirada de Afganistán
no es una opción:

"Las opiniones públicas suelen tener la memoria flaca cuando se trata de apoyar conflictos letales en países lejanos, que causan bajas propias, sobre todo cuando sus Gobiernos no explican con la suficiente claridad las razones de esos conflictos. Pero, los atentados de Kenia y Tanzania, Nueva York, Madrid, Londres y Bali, por citar sólo los más atroces, deberían constituir en sí mismos un recordatorio trágico del peligro que correrían nuestras ciudades si Al Qaeda volviera a contar con una base de operaciones permanente en Afganistán al amparo de un nuevo Gobierno talibán"





















Caricatura de El Roto publicada en "El País", 22 de septiembre, 2009

Carlos Mendo se refiere a las "memorias flacas" de aquellos que propugnan cualquier cosa que se aprezca a una retirada de Afganistán, pero el que anda mal de memoria es él, precisamente. Porque los atentados de Madrid, Londes y Bali tuvieron lugar cuando Afganistán ya había sido invadido, el gobierno talibán destruido y el estado mayor de Al Qaeda expulsado del remoto país centro asiático. Vuelvo a preguntarlo de manera más específica: ¿Evitó la presencia internacional (y española) en Afganistán, desde hacía ya casi tres años, el atentado del 11-M en Madrid, 2004?¿La respuesta a esa pregunta es todavbía más contundente en el caso de los aentados de Londres en 2005, teniendo en cuenta que Gran Bretaña ers y es un páis militarmente muy comprometido en Afganistán.

Ya ha pasado el tiempo de argumentos tan manidos, tautologías y mantras. Vayamos a asuntos más actuales.

Hace pocos días, Carlos Mendo volvía a la carga con
otro párrafo memorable: "[Obama] Ha humillado a Europa del Este con la retirada con nocturnidad del escudo antimisiles en la República Checa y Polonia para que su secretaria de Estado, Hillary Clinton, escuchase el martes de su colega ruso, Sergei Lavrov, que las sanciones a Irán serían "contraproducentes".

En una sola, aunque larga frase, encontramos bien retratada la contradicción básica de todo ese asunto: Polonia y Chequia están muy enfadas porque Obama les ha retirado un escudo antimisiles que debía defenderles de un ataque procedente desde Irán. ¿Pero hay alguien que se crea esta bobada? Si Varsovia y Praga están encabronadas es porque sabían que el dichoso escudo iba dirigido contra los rusos; ergo, estos tenían razón en sentirse molestos. Y por si faltara algo, para Mendo los rusos tienen la clave de la tensión con Irán. O sea que muerto el perro, se acabó la rabia. Si pudiéramos doblegar a Rusia, se terminaría el problema de los iraníes.

Pues bien: vamos a darle la vuelta al tema. incoporamos a Turquía, reecuperamos una reciente historia de venta de misiles rusos, comparamos tablas cronológicas, y sale el análisis posteado acontinuación, publicado el día 6 de este mismo mes en "El Periódico".


"El Periódico", 6/10/2009

JUGADA DIPLOMÁTICA DE GRAN CALADO EN EL CÁUCASO Y ASIA CENTRAL



¿Una entente entre Rusia y Turquía?
• El abandono por Obama del escudo antimisiles podría ser una reedición de la crisis de Cuba de 1962 a la inversa



FRANCISCO Veiga*
Desde los años centrales del siglo XIX se desarrolló en Asia Central el denominado Gran Juego entre rusos y británicos, cuando sus mutuos impulsos imperialistas chocaron en torno a Afganistán. Menos de dos siglos más tarde, Afganistán y Asia Central siguen trayendo de cabeza a rusos y occidentales.

De nuevo, la lucha es muy enconada en la zona y se ha complicado por la concurrencia de protagonistas que a lo largo del siglo XIX no tenía la fuerza de nuestros días: potencias islamistas, como Irán o Arabia Saudí; potencias nucleares, como Pakistán o India; grandes superpotencias, como China.

En cualquier caso, no todo es guerra, también se producen audaces jugadas diplomáticas en toda esa zona, desde Turquía a los confines de Asia Central, pasando por el Cáucaso. Precisamente, estos días hemos asistido a una, y de gran calado, sin que la prensa occidental haya reaccionado ante lo sucedido.

El capítulo visible de la historia ha sido la reciente decisión del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de renunciar al escudo antimisiles a instalar en Polonia y la República Checa. Ese proyecto había sido impulsado por el presidente George Bush con la idea de proteger a Europa y los propios Estados Unidos de un presunto ataque balístico de los países del eje del mal, esto es, Irán y Corea del Norte. La idea recordaba mucho a la guerra de las galaxias impulsada en los años 80 por el también republicano presidente Ronald Reagan. Aquello había sido un bluff, hoy admitido por los historiadores. Y el escudo antimisiles de Europa oriental volvía a tener mucho de eso, dado que hubiera requerido enormes inversiones para poner a punto un dispositivo susceptible de ser burlado con relativa facilidad por el enemigo. De otra parte, el entusiasmo de los polacos y checos por el proyecto dejaba muy en evidencia que, de hecho, estaba más enfocado hacia Rusia que contra unos coreanos e iranís que a Varsovia o Praga dejaban indiferentes. Dicho de otra manera: el escudo antimisiles estaba más pensado para tensar las relaciones con Rusia y enfrentar a esa potencia con Europa, en una suerte de nueva guerra fría impulsada por la presidencia de Bush, que para un objetivo militar concreto y real.

Ahora, Obama ofrece un sistema alternativo de defensa ante la supuesta amenaza iraní basado en el una nueva generación de misiles antimisiles (ABM) a desplegar en el mar y en países cercanos a Irán. Entre ellos está Turquía.

Precisamente ahora, el Gobierno turco acaba de convocar una licitación para renovar su sistema de defensa antiaérea que los norteamericanos esperan ganar, de una vez por todas, con sus misiles Patriot de última generación.

Lo que no se cuenta es que ese concurso ya se planteó hace un par de años por estas fechas, en plena ofensiva diplomática de Bush, cuando arrancaba el proyecto del escudo de misiles en Europa oriental. Por entones, los rusos desbancaron a los competidores norteamericanos al ofrecer lo mejor de su arsenal: los misiles antiaéreos S-400 Tryumph, considerados por entonces los más eficaces del mundo.

La iniciativa tomó por sorpresa a los observadores occidentales y la misma plana mayor del Ejército turco acabó muy dividida ante la jugosa oferta rusa. Washington protestó recordando que, al ser Turquía un miembro de la OTAN, no debería utilizar sistemas de armas estratégicas rusas (olvidando el caso de Grecia, por cierto).

La maniobra rusa ante Turquía hablaba muy a las claras. Si los norteamericanos colocaban sistemas defensivos ante sus puertas, en países exaliados, ellos podrían hacer lo mismo con Turquía, país que hubiera sido la opción más lógica para detener una arremetida iraní.

Podemos imaginar las presiones que Washington ejerció por entonces sobre Turquía. Pero también parece evidente que ese país sacó beneficios de su actitud.

Posiblemente, la presencia de Obama en Estambul el pasado mes de abril, abogando por la candidatura turca a la UE, tuvo que ver con el deseo de conjurar las tentaciones rusas. Estas, mientras tanto, se habían materializado, de nuevo, en la venta de helicópteros de ataque MI-28 para combatir al PKK en Irak, en detrimento de los Cobra norteamericanos, cuya venta retrasaba Washington so pretexto de problemas legales debidos al traspaso de tecnología punta a los turcos.

En conjunto, en el periodo de pocos meses hemos asistido a un nuevo capítulo de lo que parece una entente ruso-turca, sobre la cual apenas informa la prensa occidental.

Ese acercamiento está provocando unas ondas subterráneas de gran alcance, que además traen recuerdos del pasado. En 1962, durante la crisis entre la Unión Soviética y Estados Unidos, Nikita Jruschov renunció a suspender el envío de misiles nucleares a Cuba a cambio de que los norteamericanos retiraran los suyos estacionados en Turquía. Si la oferta de los S-400 a Turquía influyó en la decisión de Obama con respecto al escudo antimisiles en la Europa oriental, ¿hemos vivido una reedición de ese acontecimiento, sólo que a la inversa?

*Profesor de Historia Contemporánea (UAB) y autor de El desequilibrio como orden (2009)

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